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La princesa Viserra observó a su compañero de viaje, Robert, logró que los capitanes del ejercito realista le prestarán dos caballos para trasladar a sus prisioneros que ahora bajo la protección de la hija del rey, se mantenían constantemente a su lado, también estaba Eddard, siempre atrás y tan silencioso que la aburría. Pero ahora, Lord Baratheon imitaba al lobo, llevaban días juntos y hoy justamente decidió no hablar de nada más que para pedir un poco de agua, comida o alguna otra cosa. Le parecía extraño, hasta donde ella sabía y a palabras del Stark, Baratheon era un hombre parlanchín que ni con una mordaza en la boca lograban callarlo.
Lord Baratheon, siguiendo al dragón de la princesa, el llamado Bloodwing, un joven dragón, brioso y espléndido, verde como el musgo del bosque lleno de reflejos de bronce y con las garras y dientes como el carbón antes de la fogata. Luego observó a su jinete, la princesa llevaba haciendo una mueca infantil, mientras pensaba en algo demasiado tiempo. Algo que logró aprender en los días que ella los tomó bajo su ala, también algo que hacía cuando llevaba tiempo aburrida, comenzaba a jugar con unos pocos mechones sueltos de sus trenzas, enrollando las hebras platinadas en sus dedos.
── ¿Qué sucede, princesa? ── pregunto el Lord de la Tormenta, atrayendo su mirada. La diferencia era abismal, él aunque obtuvo ropa nueva, un baño y un caballo, seguía endadenado, caminando tras una hermosa mujer que vestía carismas telas traigas desde Lys sobre su dragón.
── Lo callado que estás, me altera más tu silencio que escucharte hablar ── mencionó directamente y sin tapujos, algo que inconscientemente le sacó una sonrisa ── Sueles hablar hasta con una polla en la boca, pero hoy no me haz dicho nada... ¿Sucede algo?
Robert carcajeo un poco. ── Se nota desde lejos que usted, mi princesa está acostumbrada al silencio y soledad... Estoy seguro que si sigo molestándola, terminaré comiendo su puño como desayuno.
── Suele soltar bastantes estupideces, mi Lord ── mencionó con una corta risa y luego quedar con una suave sonrisa, sin mostrar sus dientes. Algo que el Baratheon correspondió, sintiendo algo en su estómago al verla reír y sonreír a causa de él.
── Comprendo porque le agrada a Ned ── mencionó, llamando la atención a su mejor amigo que iba tras de todos y notando el ceño fruncido de la princesa, mencionando que aquella expresión de sorpresa en su rostro era muy bonita, como lo era la princesa ── A ustedes dos les encanta amenazarme día y noche con cortarme la garganta mientras duermo.
