𝑇𝛥𝐾𝛴 𝑀𝛴 𝑀𝛹 𝐻𝛳𝑀𝛴 ❛ 𝟎𝟐𝟐. las tierras de la tormenta.⠀҂
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El Gran Salón en la imponente fortaleza de la casa Baratheon, Strom's End estaba abarrotada por sus treinta y cuatro vasallos en toda la Tierra de la Tormenta, agalopados alrededor de las murallas de la ciudad y en un principio, cada uno de los nobles tormenteños, llegaban dispuesto a discutir con su sñeor feudal, por la pobreza y hambruna que sufrían tras la derrota contra los Targaryen en su rebelión. Sin embargo, cada ápice de enfado y valentía acumulado por días de coraje, se disipó tan rápido como el polvo al viento en el momento de cruzar el umbral del alcázar y ver que en el patio principal dónde eran recibidos por el señor de la fortaleza, había una gran criatura, colosal y atemorizante, la prescencia del dragón Bloodwing desvaneció cualquier enfado contra Robert Baratheon.
Y frente las grandes puertas dónde los saludaba cortésmente el joven Stannis Baratheon, estaba el Lord de Strom's End enganchado del brazo con nada más y nada menos que la mismísima princesa de Dragonstone.
La prescencia de Viserra, logró enmudecer a tantos señores malhumorados y avariciosos en la entrada el heraldo de la casa Baratheon anunciaba a cada vasallo y su linaje ancestral mientras la familia daba una reverencia, Robert asentía en respuesta mientras la princesa, poca importancia les daba, seguía hablando con regularidad con el venado mientras los vasallos seguían desfilando, modelando con su propia comitiva la familia de la casa vasalla; su señor, su señora esposa, sus hijos y hermanos acompañados por sus propios sirvientes, guardias y siervos.
La princesa de Dragonstone estaba posada junto al Lord de Strom's End, sentada justo a su derecha, hombro con hombro dando una mirada indiferente y serena a cada presente he irónicamente tomando el lugar de la señora de Strom's End, título que estaba desocupado pero el lugar ocupado por el trasero de la despampanante heredera al Trono de Hierro.
──¡Niña...!── una mujer de apariencia vieja y cansada, elevó la voz mientras alzaba su cáliz vacía ──Un poco de vino ¿No? Digo, para pasar el mal trago que nos sirvió nuestro Lord──
Para, disgusto de los nobles tormenteños sus copas estaban rellenas de agua y no de vino.
La joven sirvienta de mandiles blancos y largos vestidos amarillos tan aburridos que parecían abejas revoloteando alrededor de las personas, la llamada Dyana miro a la señora, la regente de los Penrose de los Pergaminos casi de reojo pues sus ojos estaban más centrados en la unica mujer de rasgos valyrios, buscando su aprobación.
