7.Misión Importante

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Narra Conway:

- Me despierto poco a poco por la luz que entra desde la ventana. Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que seguía en casa de Isidoro. Mis recuerdos se quedan incompletos desde que Gustabo llamó a Diana.

- Mientras pensaba en esos recuerdos perdidos, sentí una mano en mi pierna. Rápidamente la quité.

- Perdón, no quería molestarte. He hecho café, ¿quieres? - Levanté la mirada viendo a Diana sosteniendo una taza, la cual me ofrecía. La cogí y me fijé en ella atentamente.

- ¿Y esa camiseta? - Ella miró su propia camiseta, soltó una pequeña risa. Llevaba una camiseta de pijama de hombre y el mismo vestido de ayer debajo.

- Es de Gustabo, no del lechero de Isidoro. - Me hizo gracia lo que dijo, solté una carcajada pequeña. Yo señalé el salón mientras le preguntaba.

- ¿Qué pasó anoche cuando Gustabo te llamó? - Ella me miró sorprendida.

- Conway, ¿no recuerdas nada más? ¿Ni lo que me dijiste antes de dormirte? - Yo negué asustado. ¿Qué le habré dicho? Solo espero no volver a cagarla.

- ¿Qué dije? - Diana se rió de mí. Yo la miré, su pelo estaba revuelto y su sonrisa me hacía sentir bien y, lo más importante, hacía que pensara que ayer no dije nada malo. Ahora me preocupaba haber dicho lo que siento.

- Nada, nada, déjalo. - No me gustó que me ocultara información, más aún si no me acordaba.

- Espera a que se levanten los demás y os cuento lo que pasó ayer. - Asentí y seguí bebiendo de la taza que ella me había dado.

Al cabo de unas horas, dos exactamente, Isidoro, Holliday, Gustabo, Freddy y Gordon se levantaron, siendo el último Isidoro. Diana se levantó de la butaca en la que estaba esperando, fue hacia él sacándose una bolsa extraña del bolsillo izquierdo, cogió a Isidoro del cuello y todos nos levantamos sin entender qué pasaba.

- ¿Tú sabes lo que has hecho, subnormal de mierda? - Isidoro, en vez de estar asustado, parecía que le gustaba estar en esa situación.

- Un poco de diversión, Joe. Diana, tranquila, no te pongas así. - Diana levantó una pierna pisándole los huevos a Isidoro, los demás nos miramos incrédulos. ¿Quién diría que Diana tiene los ovarios de pegar a alguien así?

- Isidoro, tú eres consciente de que drogaste a más de media ciudad. ¿Qué te pasa por la cabeza, puto loco? - Me levanté de golpe y fui hacia él con la intención de pegarle con la porra. Toqué mi pierna derecha y me di cuenta de que no tenía ni las armas ni la pistolera.

- Ayer reaccionaste igual, pero como veías borroso, te quité las armas. - Miré a Diana. Había hecho bien tanto quitándome las armas como pegándole a Isidoro. Si yo veía borroso, significaba que también me había drogado a mí y a los demás policías.

- ¿Nos has drogado, cabezón? - Gordon se veía afectado.

- Yo os explico. Ayer, Gustabo me llamó porque Gordon quería contarme algo. Él me contó que Isidoro había drogado a todos los de la fiesta. Luego, os mareasteis y os acabasteis durmiendo. Pero mientras tanto, encontré esto en la papelera de la cocina. - Enseñó una bolsa con la etiqueta de la droga. Diana me lanzó la bolsa y fue hacia una habitación. Volvió y esposó a Isidoro.

- Es que eres gilipollas, te lo mereces. - Gustabo también estaba enfadado.

Diana fue hacia la parte de la piscina mientras los demás estaban culpando a Isidoro, pegándole empujones mientras él, que es un imbécil de mierda, disfrutaba. Fui hacia ella poco a poco. Cuando estaba cerca, le hablé.

- Lo has hecho muy bien. Has cuidado a seis hombres drogados. ¿Has limpiado tú la casa? - Ella asintió, sacó el móvil por un mensaje.

- ¿Todo bien? - Pregunté mirándola atentamente.

- Estamos jodidos. - Me miró nerviosa mientras me daba su móvil. Era un mensaje de Castro, decía que iba a hacer pruebas a los policías de droga.

- Tenemos que hacer algo para que las pruebas no sean hoy. - Le dije mientras la miraba y le devolvía el teléfono.

- O hacer que no lleguen al hospital. - Diana dijo eso muy convencida. No necesitaba que dijera más, sabía que ya tenía un plan.

Fue hacia todos ellos, les quitó las esposas a Isidoro y les señaló el sofá.

- Castro va a hacer un control de drogas a los policías. Tenemos que conseguir que no lleguen al hospital. Diana, adelante. - Me quedé de pie mirándola con efusividad.

-Holliday, ¿estás dispuesto a ayudarnos aunque vaya contra tu mujer? Eres una pieza esencial -Holliday asintió; él estaba igual de drogado que los demás policías.- Vamos a ir todos a comisaría en diferentes coches, por parejas y dos motos. Isidoro, tú irás en una de ellas.

Antes de llegar, quiero que vayas al hospital, quiero que quedes con una médica allí, habla con ella, haz tus tonterías y luego ve a la sala de hematología.

Tienes que meter en el ordenador más grande una cosa que te voy a dar a la salida. Mientras, tenemos que asegurarnos de que ningún policía sepa que ha sido drogado.

Holliday, habla con Castro y hazla perder tiempo todo el que puedas. Gustabo, Gordon, Conway y yo iremos en dos coches. Tenemos que encañonar a los médicos, les secuestramos y nos hacemos un badulaque con dos rehenes, mientras el segundo coche se deshará de la ambulancia y las muestras de sangre.

Nos dividimos en coches; Holliday iría en moto, él ya la tenía aquí esperándole, pues ese era su vehículo personal.

Gustabo quiso ir con Diana, pero Gordon se adelantó. Freddy iba solo, así que mi suerte hizo que ambos fuésemos juntos, pues éramos los organizadores de la misión.

Fui al coche, mientras esperaba a que Diana le diese algo a Isidoro. En ese momento me llegó un mensaje de Castro, que me decía la hora exacta de la prueba. Diana entró en el coche. Yo le di la noticia.

-Tenemos dos horas para que hagan las pruebas. - Ella asintió.

-No vamos tan mal de tiempo. - Asentí, mientras arrancaba el coche unos minutos después decidí preguntarle.

-No me vas a decir qué te dije anoche. - Diana se rio un poco.

-¿Para qué quieres saberlo, estabas drogado? No me lo tomo en serio. - Cada vez sonaba más a que me había declarado, eso me ponía nervioso.

-Dímelo. - Ella me miró mientras conducía.

-Me dijiste que yo era perfecta y que te hacía feliz. - No sabía cómo tomármelo, era verdad lo sentía así, pero no debo decir esas cosas, no quiero que piense que estoy enamorado, más aún cuando creo que ella no lo está.

-No te pongas tenso, que me voy a poner triste. - La miré con una media sonrisa.

-Como chocheas Diana. - Ambos nos reímos mucho. Llegamos a comisaría, entramos en ella y esperamos a que los demás llegaran disimuladamente. Diana metió a todos en una frecuencia de radio distinta a los demás policías. Ahí empezó la misión.

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