22. Baby shower

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Narra Diana

Miré hacia la puerta del salón mientras seguía escuchando a Isidoro elegir el color de los globos.

-Rosa palo, y azul clarito, y quiero uno de una vagina y otro de una pichurra- Miré a Isidoro sorprendida, la mujer de los globos nos miró a mí y a Leonardo.

-Y uno de un velociraptor- Miré a Leo, dándome cuenta de los dos tontos con los que tenía que planearlo todo.

-Queremos diez globos rosas y diez azules, ya está- La chica nos enseñó los globos y nos explicó sus servicios.

-Nosotros, una hora antes de la fiesta, llevamos los globos y los ponemos- Asentí a la mujer, que me enseñó el recibo. Isidoro sacó su tarjeta y pagó.

-Ahora por la tarta- Mientras decía eso, entré en mi coche con ellos dos. Isidoro se dejó caer en la ventanilla del coche.

-He pensado una cosa. ¿Os la digo?- Miré a Leo desde el espejo; él tenía una gran sonrisa, lo que nos dejaba dos opciones: que fuese una idea coherente o que dijera la cosa más tonta posible.

-Una pistola, que la chiwaka la dispare y si sale rosa es niña, si sale azul es niño y si sale verde es un dinosaurio- No era mala idea. Isidoro me miró asintiendo, y contesté a Leo con sinceridad.

-Será una pistola de bengalas- Leo asintió. Llegamos al sitio. Ya era la cuarta vez que íbamos a una panadería a por una tarta, ya que las últimas veces el inútil de Isidoro se ponía a ligar con la vendedora y lo acababan echando.

-Buenos días- Una chica rubia muy alta vino hacia nosotros para atendernos. Miré a Isidoro, que puso su cara "seductora".

-Ni se te ocurra- Le miré fijamente. Él siguió mirando a la chica sin escucharme. Ella vino hacia mí.

-Buenos días, ¿qué quieren?- Tenía un acento inglés muy dulce. Volví a mirar a Isidoro, que se estaba sobando la cara.

-Buscamos una tarta de manzana para un baby shower- La chica pasó su mano por la vitrina señalando una de las tartas.

-Esta es de manzana. Podríamos hacerle un dibujo típico de un baby shower- La chica se echó hacia delante apoyándose en la vitrina.

-Sí, sí, esa está bien- Algo en ella me hizo estar nerviosa. Cogió una tarjeta de la mesa que tenía detrás suya. Apoyándose de nuevo en la vitrina, sacó un boli, se lo pasó por la boca mientras me miraba fijamente, mordió el capuchón para abrir el boli y escribió en la tarjeta.

-Escribe un mensaje en ese número con el día y el sabor de la tarta, da una descripción del dibujo que quieres. También te he puesto mi número por si quieres saber más- Extendió su brazo para entregarme la tarjeta. Yo fui a cogerla; ella intencionalmente rozó mis dedos al darme la tarjeta, causando en mí un pequeño escalofrío.

-Adiós, guapísima- Isidoro contestó por mí. Yo salí de la tienda con la tarjeta en la mano. Leo e Isidoro me dieron un pequeño empujón.

-Diana, ¡que has ligado!- Leo me miró entusiasmado. Isidoro siguió con el tema.

-Normal que no te enamorases de mí, eres lesbiana, coño- Negué con la cabeza, se rió de mí.

-Diana, no pasa nada, teta, siempre quise una amiga lesbiana para hablar de tías- Volví a negar contestándole.

-No soy lesbiana, Isidoro- Leo se dio cuenta de la confusión que tenía y paró de preguntar por mi sexualidad.

-Espera, no será que estás con alguien y ella te ha confundido- Isidoro se llevó las manos a la boca.

-¿Tienes novio?- Me dejó más tranquila que no lo dijera en femenino.

-Algo así. ¿Nos vamos?- Leo no dejó que cambiase de tema.

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