24. Derrumbe

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Narra Diana:
-¿Ha sido Noah?- suspiré y negué con la cabeza nuevamente.

-No tenéis ni puta idea. Me toca, Williams, corazón, elige- Williams eligió sin pensarlo mucho.
-Reto- dijo él. No necesité pensarlo mucho.

-Ve al cuarto de Isidoro y ponte una prenda de ropa suya- Williams hizo un sonido de disgusto al levantarse y se fue hasta el fondo del pasillo.

-Está tardando mucho, ¿eh?- Isidoro estaba nervioso, se veía que no le gustaba que urgiesen en sus cosas. Le miré y pasé mi mano por su brazo para tranquilizarlo.

-¡Una polla!- Gordon empezó a reírse de Williams, quien entró en el salón con una chaqueta de chándal azul clara.

-¡Qué guapo!- Le sonreí por el cumplido, y le hice una seña para que se la quitase.

-Ahora, Conway, verdad o reto- Miré a Conway, que estaba perdido en sus pensamientos. Le di un codazo y contestó.

-Reto- Williams sonrió y le lanzó el reto.

-Te reto a que duermas esta noche en una cama doble con alguien que elijas tú- Miré de reojo a Conway, pensando que Williams habría elegido eso por el poco contacto físico que tenía en público. Para sorpresa de todos, menos yo, me eligió a mí.

-Diana- Le miré con una sonrisa; Freddy me miró sonriente.

-Me toca. Noah- Todos estábamos expectantes por el reto, Noah respondió con miedo.

-Verdad- Conway pensó qué decirle. Al final, Noah era el menos indicado para una verdad.

-¿Es verdad que nunca le has puesto los cuernos a Clara?- Noah fue sincero.

-Nunca- Así terminó el juego. Tiempo después, cada uno se fue a dormir, quedando un cuarto para mí y para Conway.

-Que durmáis bien- Williams me dio dos toques de compasión en la espalda y cerró la puerta dejándonos solos.

-Qué reto más horrible, pobrecito dije mientras me acercaba a Conway, colocando mis manos en sus hombros y subiendo hasta su cuello.

-Sí, horrible- Puse mi mano en su cuello y comenzamos con un beso suave, que él transformó en todo lo contrario. Sus labios se deslizaron lentamente por mi cuello, despertando cada nervio a su paso.

Mientras tanto, mis dedos desabrochaban su camisa, sintiendo el calor de su piel contra la mía. Con la misma sutileza, él deslizó mi vestido por mis hombros, dejándonos a ambos con la ropa esparcida por el suelo.

Desabroché su pantalón, dejándolo completamente desnudo ante mí. Él no tardó en devolver el gesto, desnudándome con la misma facilidad. Nos subimos a la cama entre besos intensos, y pronto me encontré bajo su cuerpo, sintiendo el peso y el calor de su proximidad.

Con una mano en mi cuello, haciendo presión pero sin dañarme un mínimo , él se abrió paso dentro de mí. Comenzó con suaves embestidas que rápidamente se convirtieron en movimientos fuertes pero a la vez delicados, dando a notar su experiencia.

Conway llevó su mano de mi cuello a mi boca para ahogar cualquier sonido que pudiera delatarnos. Pero eso no hizo que disminuyera la intensidad; al contrario, la aumentó. Sus movimientos se volvieron más rápidos y más fuertes, sincronizados con nuestros jadeos y suspiros. Sentí cómo nuestras energías se alineaban, llevándonos a un clímax compartido que nos hizo temblar de placer.

Cuando finalmente alcanzamos el éxtasis, él comenzó a disminuir la velocidad, prolongando el placer hasta el último segundo. Lentamente, salió de mí y se tumbó a mi lado, ambos respirando con dificultad, envueltos en un torbellino de sensaciones que parecían no tener fin.

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