Había pasado de estar viviendo uno de los mejores momentos de vida a estar pasando por uno de los peores. Todo lo que había ocurrido en las últimas semanas me parecia surrealista. Seguia sin entender cómo Sergio había sido capaz de intentar abusar de Ainhoa. No contento con eso, el muy hijo de puta me había denunciado. Había presentado el parte de lesiones. Le había provocado varias contusiones. Le había roto la nariz, el pómulo y le había fracturado una costilla. Además de esto, no podía quitarme de la cabeza la confesión de Ainhoa. Saber que de lo que estaba huyendo, lo que la había puesto en mi camino había sido el maltrato y abuso por parte de su madre durante años, sometiéndola a abusos sexuales con un sin fin de hombres... La experiencia que había vido era brutal. Eso me hizo entender muchas cosas que al principio de conocerla no entendia. Estar conmigo parecia haberla ayudado a superar todo eso, pero lo único que había echo había sido esconderlo en un cajón y después de lo que había pasado con Sergio, se había abierto de nuevo y esta vez no se cerraria tan facilmente. Todo esto nos estaba afectando. No solo a ella, si no también a mi y a nuestra relación. Desde entonces no habiamos vuelto a tener relaciones sexuales, apenas podia tocarla porque enseguida reaccionaba con rechazo hacia mi contacto. Ainhoa parecia ser otra persona. Estaba triste y apagada. Ya apenas sonreia. Se limitaba a sobrevivir a el día a día. Me mataba por dentro verla asi. Queria ayudarla pero no sabia como. Estaba convencido de que necesitaba ir a terapia, de que eso le ayudaria. Pero ella se negaba en rotundo a ir, diciendo que estaba bien aún que era evidente que no lo estaba. Las pesadillas habian vuleto, ahora las tenia cada noche. En una de esas noches no pude más y le hice saber lo que pensaba sobre que deberia ir a terapia. Por supuesto volvió a negarse. Lo peor de todo fue ver como intento acostarse conmigo aún no queriendo hacerlo. Me dolia que pensara que lo único que me importaba era poder follar con ella como antes. La extrañaba si, pero la extrañaba a ella. El sexo me daba igual, lo único que queria era que Ainhoa volviera de dónde fuera que se había ido.
Después de eso no pude más y me fui a dormir al sofá. Fue la primera noche de muchas. Me negue a volver a tocarla hasta que no estuviera bien y eso pasaba por ir a terapia.
Recordé la tarjeta que se le cayó del bolsillo el día que tuvimos que declarar y dónde ella fue sometida a un reconocimiento médico y Psicológico. La busque entre mis cosas, trantando de recordar dónde la había metido. Por fin la encontré en uno de los cajones. Llame a el número y concerte un cita con el Psicólogo que la atendio aquel día.
Todo esto estaba siendo demasiado para mi. Segui con los entrenamientos, tan solo quedaban dos meses para el combate dónde me jugaba ser campeon, siempre y cuando no pasara nada que cambiara las cosas. Aún estabamos a la espera de que se celebrara el juicio, aún no nos había llegado la citación con la fecha. Sabia que esas cosas podian tardar incluso meses. Claudio me ofrecio a uno de los abogados con los que él trabajaba tanto para las cosas del Gym como para los combates y demás. Este me había informado de que si el juicio salia antes del combate se podria cancerlar o incluso si llegaba a ser campeón pero finalmente me declaraban culpable, podia perder el titulo y la lincencia. No podria volver a boxear.
Fui hasta la consulta del Psicólogo. Al llegar, me hicieron esperar en una sala de espera. Al cabo de un rato me hicieron pasar a una consulta. Me recibio un chico joven, bastante guapo. Tenia el pelo castaño y los ojos marrones, era alto y delgado. Me tendio la mano, presentándose.
-Buenas tardes, Soy Rubén. Tome asiento por favor.
-Encantado. Raúl. - dije mientras le estrechaba la mano y tomaba asiento.
-Muy bien, Raúl. Dime, ¿en qué puedo ayudarte?.
Me quede pensando unos momentos. No sabía muy bien como exponer la situación. Quería pedir ayuda para Ainhoa, pero también sabía que no se le podía prestar ayuda a quien no se deja ayudar.
-Vera, en realidad venia para ayudar a mi novia. - Rubén puso cara de sorpresa.
-Hace unos dias, usted atendio a mi novia en el hospital por un intento de abuso sexual. Ella dice que esta bien, pero yo se que no lo esta... tiene un pasado... bueno, usted parecio darse cuenta de que hay algo más y le dio su tarjeta. Es por eso por lo que he podido contactar con usted. Ella no sabe que estoy haciendo esto, pero ya no puedo más... Nos está afectando a la relación y a mi personalmente me esta matando verla asi.
-¿Cómo se llama su novia?.
-Ainhoa. - Parecio pensarlo unos segundos.
-Si, la recuerdo. Un momento por favor. -Accedio a el ordenador y después de unos minutos dijo:
-Si, aqui está. Sufrio un intento de abuso sexual en una discoteca por parte de un amigo suyo y fue usted quien lo evito. ¿No es así?. - Asenti con la cabeza.
-Bien. Es cierto que dada la magnitud de su reacción y como vi que le afectaba el suceso que tuvo lugar, sospechaba que no era la primera vez que había pasado por algo así. Se nego ha hablar y obviamente no podia retenerla y mucho menos obligarla a que me contrara nada. Fue por eso por lo que le di mi tarjeta. ¿Cómo está?.
-Muy mal. Tiene pesadillas cada noche. y es incapaz de mantener relaciones sexuales desde entonces. No puedo acercarme a ella. Ante cualquier contacto me rechaza.
-¿Han podido mantener dichas relaciones sin problema con aterioridad a este suceso?.
-Si. Cuando conoci a Ainhoa era virgen. Note algunos comportamientos raros al principio, pero pensaba que era debido a su falta de experiencia. Una vez nos acostamos por primera vez, todo ha ido genial. Hasta la otra noche... Incluso las pesadillas habian desaparecido desde que estaba conmigo.
-¿A que cree que era debido esos comportamientos extraños de los que habla?.
-Después de lo que paso esa noche, Ainhoa se quedo como en estado de shock. Apenas pronunciaba palabra, no paraba de llorar, no queria comer y no me dejaba que me acercara a ella. Veia que estaba muy afectada y entiendo que vivir algo asi tiene que ser muy duro, pero sentia que habia algo más... algo que no me estaba contando. Tenía esa sensación desde el día que la conoci. Finalmente Ainhoa me conto lo que le pasaba y entonces lo entendi todo. Espero que entienda que no me corresponde a mi contarle eso, sino a ella. Es algo muy personal.
-Entiendo. ¿Desde cuándo se conocen? ¿Cuánto tiempo llevan juntos?.
Comence a contarle como nos habiamos conocido y como había empezado nuestra relación. Rubén no paraba de anotarlo todo en un papel.
-Bonita historia. - Dijo sonriendo cuándo termine de hablar. -¿Se ha parado usted a pensar que ayudándola también puede perderla?.
-¿Cómo? - Dije realmente sorprendido. Eso no me lo esperaba. -No entiendo a que se refiere.
-Vera. - Dijo Rubén. -Es posible que lo que Ainhoa haya visto en usted no sea más que un salvavidas. Un parche para tapar su herida. Si esa herida se cura...
-Quizás ya no me necesite. - Dije concluyendo la frase.
-Exacto. Es algo que pasa habitualmente. El paciente tiene una relacion de apego emocional hacia la otra persona que nada tiene que ver con el sentimiento de amor, sino más bien con la necesidad.
-Yo solo quiero que ella este bien. De todas formas, siento que ya la estoy perdiendo... -Le entiendo perfectamente, pero no se como pueda ayudarla si se niega en venir.
-Ya no se que más hacer doctor. No hay manera de convercerla para que venga.
-Si hay alguien que puede hacerlo ese es usted. Conecte con ella. Por lo que me ha contado siempre han tenido una complicidad muy buena. Si consigue que venga hasta aqui, la mayor parte del trabajo estara echa. Eso si, me gustaria adevertile de que si finalmente Ainhoa acepta la terapia, le esperan unos meses duros tanto a ella como a usted. Esto sin duda le va a afectar en su relación.
-Le ayudare en todo lo que necesite.
-Confio en usted Raúl. Estoy seguro de que podra ayudarla. - Nos entrechamos la mano de nuevo y quedamos en seguir en contacto.
Sali de la consulta con una sensación extraña. Por un lado iba con la firme decisión de conseguir que Ainhoa consintiese venir y por otra estaba muerto de miedo por lo que eso supondria. No me quitaba de la cabeza las palabras de Rubén sobre lo que podia pasarle a nuestra relación o el verdadero motivo por el cual Ainhoa estaba conmigo aún sin ser consciente de ello.
Llegue a mi apartamento, al entrar, todo estaba osucro y en calma. Se me había echo algo tarde. Ainhoa ya debería de estar en casa. Fui hasta la habitación para ver si estaba alli. Estaba en la cama, dormida. Me acerque hasta ella para despertarla.
-Ainhoa, despierta, te has quedado dormida. - No parecio escucharme. -Pequeña, despierta. - Dije mientras le tocaba el brazo para despertarla. - Nada... -Ainhoa... - dije ahora sacudiéndola con cuidado. No respondia, me estaba empezando a preocupar...
No me había fijado en la caja de pastillas que se encontraba en la balda del cabecero de la cama... Todas las alarmas se encendieron en mi cabeza. No podia ser cierto... no habria sido capaz... La gire, colocándola boca arriba. Comprobe su respiración, tenia pulso.
Fui hasta el salón por mi teléfono móvil y llame al 112. Deje la puerta entre abierta y me fui de nuevo hasta la habitación. Trate de incorporarla un poco mientras le daba en la cara para intera que reaccionara... Nada. Me quede alli sentado con ella en mis brazos esperando a la ambulancia.
ESTÁS LEYENDO
Un viaje inesperado.
RomanceUn viaje inesperado nos sumerge en un relato apasionante y emotivo sobre la búsqueda personal, el amor y la redención. La historia comienza con Ainhoa, una joven decidida a huir de un entorno familiar opresivo en busca de una vida mejor. Sin un dest...