Otoño

284 67 19
                                    

Jiang Cheng y los guardias caminaron hacia el calabozo, al ver su estructura por inercia se detuvo siendo brutalmente empujado hacia delante para seguir caminando. Su cuero cabelludo se entumeció y Jiang Cheng sintió inmensas ganas de retroceder.

-¡Preguntenle a la consorte!¡Yo no he hecho nada!- Jiang Cheng miró a los guardias, pero ellos estaban indiferentes. Al pasar gran puerta todo el cuerpo de Jiang Cheng se estremeció.

La oscuridad lo envolvía, densa y fría, como un abrazo de la muerte. El sonido de las cadenas arrastrándose sobre el suelo de piedra resonaba en sus oídos, un eco siniestro que parecía anunciar su destino. Sus manos estaban atadas, los dedos entumecidos por la presión de las cuerdas. Cada paso que daba hacia el calabozo era como un paso más hacia su perdición.

El aire era húmedo y rancio, impregnado de la putrefacción de los que habían estado allí antes. Las paredes estaban cubiertas de moho y manchas oscuras, como si el propio lugar estuviera vivo y respirando.

Las antorchas parpadeaban en las esquinas, arrojando sombras grotescas sobre las piedras desgastadas.

A medida que avanzaba, podía sentir la humedad penetrando en su piel, empapando su ropa y haciéndola pegajosa. El olor a orina y desesperación se aferraba a él, como si nunca pudiera escapar de esa prisión. Cada paso era una lucha, sus piernas temblaban bajo el peso del recuerdo agonizante de aquel sucio sótano donde murió.

Y entonces lo vio: la celda. Una puerta de hierro oxidado, con barrotes que parecían más afilados que cualquier espada. El guardia empujó su espalda, y él cayó al suelo, sintiendo las piedras frías contra su piel. La puerta se cerró con un estruendo, y quedó solo en la oscuridad.

Jiang Cheng escuchaba su respiración alerta a cualquier moviento exterior que lo ponga en peligro. Al final simplemente se quedó pensando ¿Es posible que muera miserablemente, de nuevo?

-¿Voy a morir?- vaciló un poco en la pregunta, pero el sistema le respondió causando un ligero despertar a su racionalidad.

-"El sistema jamás dejara que eso pase"- menciono el sistema - "Para garantizar la vida del anfitrion el sistema encadenara el alma al cuerpo"

Jiang Cheng frunció el ceño, no le gustaría vivir siendo inválido - Mejor busca otro anfitrión, dejame morir en paz.

-"El sistema no puede hacer eso, pero para su tranquilidad le recordará que usted pertenece a una familia de monarcas del reino Jiang, por lo que el emperador no puede acabar con usted"- informó como si eso tranquilizara al Jiang ¿Entonces que es lo que haran? La incertudumbre lo consumio, lentamente, hasta que a la noche obtuvo la respuesta.

El monarca Jiang esta invitado, es obvio que si quiere dañar al Jiang sera de bajó de la ropa.

Jiang Cheng vio llegar a un hombre encapuchado a la celda, tráia una silla consigo y pronto lo ató a ella. Frente a frente, llego un hombre detrás de él.

Su sonrisa fría fue lo primero que llamó su atención y él lo reconoció como Jin Guangyao.

- Concubina Jiang, esperó que no le moleste que le haya traído compañía para esta noche - dijo Jin Guangyao - Como el emperador esta tan ocupado con la consorte que empujó, pensé que era mejor que yo me hiciera cargo del castigo.

Jin Guangyao tal vez espero alguna reacción, porque al verlo en silencio su sonrisa se desvanecio ligeramente

- Ya veremos si puede seguir con esa actitud, continúa- Jin Guangyao miró al hombre y este extendió sus armas de tortura.

En busca de mi felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora