Sin dueño y rechazando la correa

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Para Liu Qingge es entendible que sea abofeteado. No se presento como es debido, además lo abandonó en el muro, sin embargo, el odio de su consorte parecía venir de otro lado. Era denso y asfixiante.

Conteniendo sus impulsos de devolver el golpe, Liu Qingge miró Yang Yixuan - Escolta de regreso a mi consorte. Es tarde en la noche. - habló con tranquilidad lo que sorprendió a sus subordinados.

- Entendido - dijo Yang Yixuan

Sin embargo, Jiang Cheng lo detuvo queriendo huir lo más rápido sin la compañia de un segundo. Su cuello se ha salvado, por hoy vayámonos para aplacar la ira de este estúpido rey. - Conozco el camino, regresaré por mi cuenta.

- Es peligroso - dijo Liu Qingge y Jiang Cheng no pudo evitar reirse.

- Majestad, he estado viajando solo por los ultimo dos meses en este palacio ¿Realmente es peligroso? Parece más un cementerio olvidado que otra cosa. Por favor, dejeme regresar a mi tumba en paz.

Liu Qingge supo que resentía el hecho de ser olvidado y no queriendo seguir disgustandolo por mas tiempo, lo soltó

- Bien.

Jiang Cheng se dio la vuelta y camino de regreso, al final se detuvo porque JingYi corrió a su lado con el abrigo en mano -¡Ge-ge, el abrigo!- exclamó dejando atras a su padre y los demás.
Yang Yixuan miro a Liu Qingge para saber si seguirlo y este negó. Seguramente Jiang Cheng sabe donde ir a dejarlo.

Y así fue, Jiang Cheng dejo a JingYi en su habitación y regreso a la suya, realmente agotado. Se desplomó en su cama y miró el techo.

Tal vez, alboroto su buena vida esta noche, esperaba en relidad que solo fuese deducción.

Se durmió queriendo deshacerse del disgusto anterior.

A la mañana siguiente todo estuvo en calma, tanta calma que ensordecio a Jiang Cheng. Miró a Luan Bai angustiado y esta se sintió desconcertada.

-¿Que pasa, Maestro?

- Encontré al emperador - Luan Bai entendió lo que quería decir y miró el patio en el que habían vivido los últimos dos meses con melancolía. Con el tiempo se dio cuenta que su maestro le mintió, este no era el pabellón de las concubinas. Lo más seguro es que los cambien.

- Lo entiendo - dijo Luan Bai. También sus vida tranquila quizas desapareciera, pero no importa, se quedará con Jiang Cheng.

Ambos tomaron té en silencio, acompañados de la fría brisa que anunciaba que el invierno estaba a la vuelta de la esquina.

Luan Bai miró la ropa desgastada de su maestro y pensó tal vez en la posibilidad de pedirle ropa al emperador. Sin embargo sus pensamientos desaparecieron a la mañana siguiente, donde JingYi llegó acompañado del grupo imperial.

Estaba llorando a lado del emperador y Jiang Cheng miró directamente a Liu Qingge de manera despiadada.

El aura entre los dos era extremadamente fría, eran como dos tormentas de invierno chocando entre sí. Jiang Cheng dejó su tasa de té a un lado y miró a JingYi.

-¿Que paso?- la frialdad de sus ojos se desvanecio al mirar al infante y se paró para acercarsele. -¿Por que tienes esa cara?

-¡Me obligaron a decirles donde estabas!- JingYi  no estaba al tanto de que se trataba de la concubina de su padre. Por el lugar donde estaba, pensó que había venido a ocupar ilegalmente una parte descuidada del pabellón de su padre y nunca se lo dijo a nadie.

La mirada de Jiang Cheng barrio a todos el grupo de ayer con un poco de desprecio y luego habló con JingYi - No pasa nada, tarde o temprano tenía que pasar ¿Tienes hambre? Preparé dulces.

En busca de mi felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora