━ 37┊la hija favorita

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Hades negó

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Hades negó.

Allí estaba, un temido Dios luchando con el deseo de no cumplir lo que la mujer de hermosos ojos le pedía pero debía mantenerse firme con su decisión, tendría su yelmo, que aquella niña estuviese allí era su garantía.

—Mami... estoy segura que PJ nos sacará de aquí... no va a quedarse tranquilo hasta gritarme por no decirle que no tenía las perlas—Aseguró la castaña abrazándose a si misma cuando el pelinegro la volteó a ver con el ceño fruncido.

¿Acaso era tan mal anfitrión para que Rhea estuviese esperando que el tonto hijo de su hermano las liberara de allí?

—Hades—comenzó otra vez Anastasia con voz firme pero respetuosa—Por favor, deja que se vaya... no tiene que estar aquí, sabes que necesita ir allá—el dios observó con su mirada fría y penetrante a la de pecas que se acercó a él.

No.

No otra vez.

Había hecho la excepción con Sally Jackson.

—¿No lo entiendes? Si el mocoso y ella tienen razón, es demasiado riesgoso que vaya, sobre todo cuando mi...—Hades suspiró pesadamente antes de callarse de golpe, por supuesto, no podía mencionar ni una sola palabra—Cumplí mi palabra cuando liberé a la otra mujer pensando que le devolverían mi yelmo... no lo hicieron, ella es mi garantía ahora que no tengo ni mi casco y mucho menos el rayo

Rhea bufó.

¿Era prisioneras de guerra? ¿Quién se creía además del rey de la oscuridad? Ni si quiera era el mejor Dios.

—¿Así quieres ser mi padre?—Cuestionó la niña con molestia para que su madre le diera una mirada de reproche, pero no iba a silenciarla, no cuando ese hombre deseaba que le rogaran—No me importa si nos dejas aquí... conozco la salida y si tengo que pasar todos los campos aquí con mi madre lo haré... no se si lo sabe señor pero tengo una espada y no me da miedo usarla... ¿Acaso sabe lo que le hice a una estatua?

Hades soltó una carcajada burlona.

Esa misma actitud de superioridad y soberbia era la de su hermanito, sabía que Rhea tenía que tener algún defecto y para su mala suerte era parecerse tanto a Zeus, no solo físicamente sino que ahora de actitud y eso le molestaba.

—Quiero ver que lo intentes, niña

—¡Basta!—Gritó en un regaño la adulta cuando la menor de todos sacó el broche de su chaqueta intentando transformarlo en una espada—¿Qué debo hacer para que aceptes? ¿Qué tengo que decirte para que la liberes también?

El silencio se apoderó del vasto salón mientras que el dios contempló ha Anastasia con una mezcla de asombro y curiosidad, esa era la actitud que le había cautivado desde un principio.

A pesar del peligro, no le importaba a quién tuviese al frente para obtener lo que quería, era raro encontrar a alguien dispuesto a sacrificar cualquier cosa por el bienestar de otro, incluso en el sombrío reino de los muertos.

𝐃𝐀𝐍𝐃𝐄𝐋𝚰𝐎𝐍𝐒 - pjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora