Epílogo

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-Michael Clifford era una gran persona... -decía el cura quien estaba velando el cuerpo de Mike.

Uno siempre piensa que después de la tormenta viene el arco irirs, pero ¿Saben qué? Mike tuvo tormenta, pero no tuvo el arco iris.

Nunca en mi miserable vida había estado tan triste, no tenia ganas de nada, no quería hablar, no quería ver a nadie, lo único que podía hacer era pensar, pensar en Michael y el poco tiempo que vivimos como novios.

Quién diría que nuestro primer te amo iba a ser el último.

Ya habían pasado un día desde que ese enfermero salio de la habitación informando que Mike ya no tenia vida. Un día había pasado de que mi mundo se vino a bajo con tan solo una palabra "Lo siento, hicimos todo lo que pudimos"

Mi vida es una mierda, no puedo amar a una persona. Amé y amo a Ryan, que por culpa mía él murió por tomar alcohol y amé y amo a Mike, quien ahora murió por una caída en moto por mi culpa.

Que irónico, caída de moto, nunca supe que podía ser tan peligroso.... y mortal.

-Jess, ya ha terminado el cura, vamos a casa -dice James a mi lado tomandome del brazo para ir con él, pero yo solo me quedo parada mirando el ataúd cerrado.

-Dejenla sola, lo necesita -escuche decir a Luke.

Cada familiar, cada amigo y cada persona que estaban acá para despedirse de Mike se estaban marchando. Menos un nene de, tal vez unos siete años, que estaba mirando el ataúd.

-Hola -me acerque a él.

-Hola -suspira tocando la madera de donde está Mike.

-¿Que eras de Mike? -susurro sentándome con mis piernas cruzadas en la hierba mojada por la lluvia.

-Su primo -pude ver que el nene tenia ojos verdes y su cabello era negro azabache. Sus mejillas estaban roasadas y llenas de lágrimas secas-, ¿Y tú?

-Su novia -me mira.

-¿Su novia? -asiento-, ¿Tú eres Jessica?

-Si, soy yo, ¿Por qué? -seco algunas de mis lágrimas.

El metió la mano de su bolsillo derecho de su chaqueta y saco una caja roja envuelta en un moño. No era muy grande ni muy chiquita, solo era mediana.

-Él me dijo que te diera esto -me entrego la caja-, me dijo que tú eras muy especial para él y que pasara lo que pasara tú seguirlas siendo su verdadero amor.

Ya no podía llorar, ya lágrimas en mi no quedaban, estaba seca sin amor, sin cariño, sin nada... sin Mike.

-Gracias -susurro bajando la cabeza.

-Él tenía razón -dijo sentándose a mi lado. Lo miro extraño.

-¿Sobre que? -pregunto.

-De que eres hermosa. Mikey no me paraba de hablar de ti, de lo linda que eres, de tus hermoso ojos azules y tu sonrisa, pero yo no veo tu sonrisa.

-No estoy de ánimos para sonreír -suspiro jugando con el moño de la cajita.

-Yo tampoco tengo ganas de hacerlo, pero a Mikey no le hubiera gustado que estuviéramos tristes, ¿No crees?

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