26 ~ 💔

513 55 106
                                    

Cuando Suguru llegó a Tokyo en 2004, dejando atrás su hogar y la familia que lo había despreciado por ser diferente, no imaginaba que la escuela de hechicería se convertiría en su refugio y su perdición.

Los primeros meses fueron solitarios y aburridos, sin encontrar algo que lo cautivara verdaderamente. Todos parecían normales a su alrededor, y él se sentía como un extraño en su propia piel.

Sin embargo, todo cambió cuando fue asignado a una misión junto a Satoru Gojo, el arrogante y carismático hechicero que desafiaría todas sus expectativas. Entre ellos surgió una mezcla explosiva de rivalidad y atracción, y Suguru se vio atrapado en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.

Los intensos ojos azules de Satoru lo hipnotizaban, atrayéndolo hacia un abismo de deseo y confusión. Cada interacción con él era como un juego peligroso, donde los límites entre la amistad y la pasión se desbordaban.

Siempre recordaría como se intrigo y emocionó por su técnica ritual la primera vez que lo conoció.

“Tu peinado es interesante, ¿tienes la técnica de manipulación de maldiciones?”

—“Sí…”

—“Jajaja, es increíble”.

—Estuviste increíble…

Las palabras de Satoru resonaban en la mente de Suguru regresandolo a la realidad mientras luchaba por contener la avalancha de emociones que amenazaba con desbordarse.

Su corazón latía con fuerza, su piel se erizaba ante el contacto con el cuerpo caliente del albino, y su mente se nublaba con pensamientos que no se atrevía a expresar en voz alta.

Pero incluso en medio de la pasión y el deseo de hacer el amor, Suguru no podía ignorar las sombras que se cernían sobre su relación con Satoru. El peso de sus responsabilidades como líder del culto y las demandas implacables de los altos mandos sobre su novio lo atormentaban día y noche, erosionando su cordura y su moral.

—Tengo que irme.

Suguru luchó por mantener la compostura mientras observaba a Satoru colocarse sus prendas con determinación, cada gesto del albino era como un golpe directo a su corazón. El pelinegro relamió sus labios, apretándolos con fuerza, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con escaparse de sus ojos llenos de tristeza.

—¿De nuevo no dormirás conmigo? —preguntó con voz entrecortada, su mirada suplicante buscando desesperadamente una respuesta que nunca llegaba.

Satoru lo miró de reojo mientras terminaba de ajustarse los zapatos, su rostro cansado y demacrado reflejaba el peso de sus responsabilidades. Las ojeras moradas bajo sus ojos eran un testimonio silencioso de las noches sin dormir, de las horas interminables dedicadas al culto que los consumía poco a poco.

—No, necesito buscar más hechiceros que formen parte del culto —respondió con frialdad, su tono de voz cortante como un cuchillo afilado.

Suguru tragó saliva con dificultad, sintiendo un nudo en la garganta que le impedía hablar. Quería detener a Satoru, rogarle que se quedara, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta, ahogadas por la angustia y el dolor.

—Satoru, no necesitas traer nuevos miembros, yo...

Antes de que pudiera terminar su frase, Satoru lo interrumpió con un simple adiós, teletransportándose lejos de la habitación y dejando a Suguru solo con sus pensamientos. El pelinegro se encontró sumido en una profunda melancolía, suspirando con pesadez mientras se dejaba caer sobre la cama, abrazando una almohada como si fuera su única compañía en medio de la oscuridad que lo envolvía.

BAJO EL MISMO AZUL 💙 / SatoSuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora