35 - 2004 (+18)

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La luz de la luna se filtraba suavemente a través de las cortinas, bañando la habitación en un resplandor plateado. Suguru estaba recostado en la cama, acunando su vientre de cinco meses de embarazo con una mano, mientras la otra acariciaba distraídamente la suave tela de las sábanas.

Satoru estaba a su lado, su figura alta y esbelta contrastando con la comodidad hogareña del ambiente.

—¿Un día más, eh? —dijo Satoru, con una sonrisa amplia y llena de expectación. Se inclinó hacia Suguru, pasando una mano tiernamente por su mejilla antes de bajar y acariciar su vientre con amor.

—Sí —respondió Suguru, su voz llena de una mezcla de emoción y nerviosismo—. Mañana sabremos si tendremos dos niñas, dos niños, o uno de cada.

Satoru rió suavemente, sus ojos azules brillando con un cariño profundo.

—Sea lo que sea, serán nuestros pequeños milagros —acarició la cabeza de Suguru, deslizando sus dedos entre los mechones oscuros de su cabello—. ¿Tienes alguna preferencia, amor?

Suguru sonrió, apoyando su cabeza en el hombro de Satoru.

—No realmente, siempre y cuando sean sanos y felices —luego, con una chispa juguetona en los ojos, añadió—. Pero si uno es niña, he pensado en el nombre Satsuki.

Satoru asintió, pensativo.

—Satsuki... me gusta. ¿Y si son dos niñas?

—Podría ser Satsuki y Sayuri —sugirió Suguru, mirándolo con una sonrisa expectante.

—Perfecto —murmuró Satoru, besando suavemente la frente de Suguru—. Y si son dos niños, ¿qué tal Daisuke y Hideki?

Suguru cerró los ojos, disfrutando del contacto cálido y reconfortante.

—Me gustan. Daisuke y Hideki suenan fuertes y amables.

Pasaron unos minutos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Suguru recordó esos días de su adolescencia, cuando ambos eran jóvenes y despreocupados, aunque la vida ya les había presentado desafíos. Miró a Satoru, cuya expresión era ahora una mezcla de ternura y nostalgia.

—¿Sabes, Satoru? —dijo Suguru, rompiendo el silencio—. Siempre me he preguntado... ¿por qué te enamoraste de mí tan intensamente?

Satoru lo miró, sorprendido por la pregunta pero con una sonrisa cálida.

—Bueno, la verdad es que siempre me atrajiste físicamente desde el principio. Pero lo que realmente me enamoro fueron demasiados factores.

Satoru acarició la mejilla de Suguru, inclinándose para besarlo suavemente en los labios.

—Aunque hubo un momento en específico donde me enamoré definitivamente y perdí la cabeza.

Geto se acomodo para mirarlo de frente intrigado —¿cuál fue?

Gojo sonrió —¿de verdad quieres saber?

El menor asintió y su prometido no pudo resistirse.

—Fue en 2004, poco después de que te asignaran misiones conmigo.

(Flashback 2004)

El salón de clases estaba vacío, apenas iluminado por la luz que se filtraba a través de las ventanas. Geto Suguru permanecía de pie frente al escritorio de su profesor, Yaga Masamichi, con una expresión de descontento en su rostro.

—¿En serio, Yaga-sensei? ¿Por qué tengo que hacer una misión con él? Gojo y yo no nos llevamos bien, nuestras personalidades chocan demasiado, por más que intento no podemos convivir.

BAJO EL MISMO AZUL 💙 / SatoSuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora