Prólogo

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Corría apresuradamente por los tejados de París siguiendo al nuevo subordinado del villano poseedor del miraculous de la mariposa que seguía atormentando con cada vez más frecuencia a los ciudadanos aquél lugar.

Encabezando la persecución, a unos metros de distancia, se encontraba un joven de melena azabache y ojos azules con su particular traje moteado, pisándole los talones, se lograba divisar a su compañera, una ágil chica de características gatunas; Kitty Noir.

Está última, estaba luchando por mantenerle el paso al poseedor de Miraculous de la creación, siempre solía ser muy rápida a la hora de correr, ya sea persiguiendo o escapando del villano, sin embargo, está vez parecía estar bastante distraída.

—¡Kitty! —Escuchó el grito del azabache para luego sentir como era rodeada por el yoyo del susodicho y atraída a él.

El impacto fue más fuerte de lo que el oji-azul esperaba y terminaron cayendo sobre un tejado algo distante a la ubicación de su contrincante. Él quedando debajo de ella para recibir el impacto de la caída por ambos.

—¿Quieres poner atención? —Le reprochó a la rubia—. Si no te hubiera sacado de allí ya serías otro zombie en el ejército de Kizz. ¿Por qué estás tan...?

Las palabras del joven quedaron en el aire cuando vio como los supuestos ojos verdes de la chica ahora relucian con tono rosáceo.

—My Lord... —La rubia se lanzó a sus brazos, apengándose a él sin intenciones de alejarse.

Y entonces el azabache se dió cuenta que la chica había sido alcanzada por el ataque de Kizz.

—Kitty, levántate —Intentó quitarsela de encima antes de cometer alguna estupidez, debía concentrarse en el villano que ya había contaminado a medio París, además de que tendría que buscar a otro superhéroe para que lo ayudara—, vamos, tenemos que buscarte un buen escondite...

—No —Él iba a insistirle pero perdió la habilidad de hablar al sentir como su compañera dejaba un beso en su mandíbula y se apegaba más a él sin dejarle escapatoria—, por favor...

No solo lo estaba retrasando, seguia actuando muy cariñosa con respecto a él. Tenía que salir de allí antes de ser infectado, antes... de que sus sentimientos dominarán sobre su deber.

–Kitty, esto no está bien —susurró Lord Bug, su voz apenas audible sobre el viento que soplaba entre los tejados—. Tenemos que detener a Kizz, no hay tiempo para...

Pero sus palabras se perdieron cuando Kitty Noir, con una mirada de súplica, acercó su rostro al de él. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad que reflejaba la luna llena sobre ellos. Y en ese momento, Lord Bug supo que no podía resistirse más.

—Está bien —dijo finalmente, su voz ronca por la emoción—. Pero solo un momento, luego debemos continuar.

El beso que compartieron fue un torbellino de emociones, un remolino que los arrastró lejos de la realidad. Por un instante, el mundo exterior desapareció, y solo existían ellos dos, unidos en un abrazo que prometía más que cualquier palabra.

Sin embargo, la realidad se impuso con la crudeza de un grito en la noche. El sonido de la destrucción les recordó su deber, y con un esfuerzo sobrehumano, Lord Bug se apartó de Kitty Noir.

—Vamos —dijo, ayudándola a ponerse de pie—. París nos necesita.

Kitty, de nuevo siendo ella misma, le sonrió y tomó su mano.

Juntos, se lanzaron nuevamente a la persecución, dejando atrás el tejado y el momento compartido. Pero algo había cambiado entre ellos, una conexión que no podría romperse fácilmente, incluso en medio del caos que los rodeaba.

Éste era el comienzo de algo increíble.

Éste era el comienzo de sus aventuras.

Sombras sobre París Donde viven las historias. Descúbrelo ahora