VI (Parte dos)

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—"Es tú culpa".

—"Traidora".

—"Desastrosa"

—"Una deshonra para París".

—"¿Cómo pudo ser capaz de eso?".

—"Seguro que siempre
estuvo en el mal camino".

—Yo no quise... —Musité débilmente, mi mirada baja, no me atrevía a mirarlos a la cara. —Fue un accidente...

—"¡Mentirosa!".

—"¡Traidora!".

"¡Villana!"

—¡No es cierto! —Grité tratando se cesar los murmullos y palabras hirientes. —No fue mi culpa, no sabía lo que hacía...

El nudo en mi garganta no me dejaba hablar o respirar bien. Todo la atención de París estaba sobre mí, algunos evitavan mi mirada, otros me miraban con decepción, pero la mayoría me veían con desprecio. Podía soportar eso, pero no a él.

—¿Cómo pudiste? —La decepción en su voz hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo. Mi mirada seguía fija en el suelo. No era capaz de verlo a la cara.

—My Lord...

Mírame cuando te hablo —La dureza con la que me trataba era insoportable.

Elevé mi mirada y la forma en la que me veía, con tanto desprecio me hizo querer llorar. Lo había traicionado, a él y a París. Las lágrimas se acumularon en mis ojos y mi visión se nubló.

—¿Cómo fuiste capaz de esto?

—Yo no quería... no era mi intención...

Él cruzó sus brazos, estaba furioso peri sus ojos reflejaban decepción, en ese momento me sentí como la peor basura en este mundo.

—Dame tu anillo —Ordenó, su voz no flaqueó en ningún momento, me miraba como si no me conociera.

—¿Qué? —Cuestioné en un hilo de voz. —Pero...

—Tu anillo. Ahora. Se lo daré a alguien en que pueda confiar.

Tragué saliva y me levanté como pude del suelo, ya ni siquiera podía ver su rostro, las lágrimas no me dejaban, reprimí un sollozo mientras empezaba a caminar hacia él.

Mi mano izquierda se dirigió a la derecha y jugué con el anillo antes de retirarlo lentamente...

Desperté en la oscuridad de mi habitación, mi respiración agitaba y mi pulso acelerado eran los únicos rastros de mi pesadilla. Simplemente no podía sacar de mi cabeza lo que Scarlett Shadow me había obligado ver.

Mire a mi alrededor, las ventanas dejaban pasar la luz de la luna medio llena y el titileo leve de las estrellas, a mi derecha, mi kwami, plagg, dormía plácidamente, tomé mi celular y miré la hora, faltaban diez minutos para la patrulla, decidí levantarme de la cama y lavarme la cara para eliminar cualquier rastro de las lágrimas que quedaban en mis mejillas y comenzar a prepararme.

Sombras sobre París Donde viven las historias. Descúbrelo ahora