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Un chico se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos.

Su piel algo pálida mostraba el rubor naturalmente esparcido en sus mejillas por su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados, resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, un poco ondulado y con un color entre café y negro, estaba ligeramente despeinado. Me sonrió.

—Hola— dijo amable

—Amm... hola

—¿Hablas coreano verdad?— preguntó.

Asentí con la cabeza solo una vez.

—Genial, entonces, ¿En qué puedo ayudarte?— me regaló una sonrisa bastante extensa llena de amabilidad en donde pude distinguir sus dientes, pude notar que los frontales eran un poco grandes.

—Bueno yo...— tartamudeé— quería, quiero— corregí— revelar algunas fotos— dije.

—Oh, claro, sólo, ¿Podrías esperarme un poco? Tengo un problema allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado— hizo un mohín.

—Claro— reí.

Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido, pero aún podía escuchar con claridad sus refunfuños hacia la máquina.

—Eres coreano, ¿Verdad?— dijo.

—Emm... si— intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo—. ¿También tú?

—Si, pero he vivido toda mi vida aquí. ¿De dónde vienes?

—Busan.

—¿En serio?— saltó de pronto del lado contrario al que se había mentido y me hizo pegar un brinco.

—Sí— balbuceé.

—¡Que emoción! Siempre he querido ir a Asia, pero aún me falta mucho por vivir aquí así que...— se encogió de hombros—. Me llamo Wonwoo, típico nombre coreano, ya lo sé— parloteó poniendo los ojos en blanco— me extendió la mano.

—Un gusto enorme Wonwoo. Soy Jihoon.

—¡Qué bonito nombre, Jihoon! Me encanta— dijo e hizo que me riera halagado.

—Gracias, Wonwoo.

Aquel chico hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado, Jeonghan era casi igual.

—¿Quién es el chico lindo de las fotografías?— me preguntó mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado —¿Un modelo?

—No— reí—. Es el novio de mi mejor amigo.

—¿Y lo tomaste como modelo?

—No exactamente— musité.

—Pues sale en la mayoría de fotografías— alzó sus cejas con gesto de acusación—. Y es muy guapo, déjame decirte.

—¿Insinúas algo?— entrecerré mis ojos en él.

—No, para nada— negó con la cabeza rápidamente e hizo que me riera.

—Fue accidental que mi lente captara su rostro, nada más— expliqué.

—Está bien, está bien. Yo no dije nada. Pero ¿Por qué no sale tu amigo?— acusó indirectamente.

—Porque ese día sólo íbamos él y yo— murmuré y sus ojos gatunos y acusadores se posaron sobre mí con cierta expresión de emoción—. No es lo que piensas— manoteé torpemente como diciéndole que parara sus especulaciones—Jeonghan no pudo llevarme y ofreció a Seungcheol, es todo.

—¿Jeonghan? ¿Seungcheol?

—Oh, mi amigo y su novio.

Me dio una sonrisa cómplice que en ese momento no entendí.

—Pero es bastante guapo, ¿No?— insistió.

—Pues, sí. La verdad, lo es.

Sus ojos se posaron directos sobre mí y pude notar su sonrisa en aquel cuarto oscuro en el que estábamos revelando las fotos. Pero no dijo nada.

Había sido increíble haber socializado con Wonwoo, era el primer día que lo conocía y me había tratado como si fuéramos amigos de toda la vida, algo que por supuesto, me agradó completamente.

Decidí comer afuera, algún restaurante pequeño y no tan extravagante como al que Seungcheol me había llevado el día anterior, además de que no tenía el capital monetario para pagarme algo así.

Cuando llegué al departamento, vi algo que me resultó extrañamente perturbador; abrí la puerta justo en el momento equivocado, quizá el haberme apurado o tardado dos segundos más hubiera sido mejor que llegar en el instante justo en que los labios de Jeonghan se aferraban a los de Seungcheol como si fuera una cuerda atada a otra. Algo golpeó cerca de mi corazón y la fierecilla enloqueció en su pequeña jaula.

—¡Perdón!— musité terriblemente incómodo cuando sus miradas se posaron sobre mí. Algo que jamás me había pasado cuando veía a Jeonghan besar a Minhyuk, su ex novio.

—No te preocupes, Hoon— dijo Jeonghan amable y luego se acercó. Seungcheol sólo me sonrió—. ¿Dónde has estado todo el día, bestia?

Me reí.

—Matando el tiempo— dije—. Sin ti aquí es muy aburrido— hice un mohín.

—¿Te fuiste a vagar solo por las calles de Venecia?— abrió sus grandes ojos cafés.

—No tuve más opciones, tampoco me iba a quedar sentado aquí mirando televisión todo el día.

—¿Qué hay del sobre?— observó el grueso sobre amarillo que sujetaba en mi mano izquierda, en donde Wonwoo me había entregado las fotos que había revelado.

No tenía problema alguno en hacerle saber que eran las fotos que había tomado un día antes, el problema es que no sabía cómo explicarle por qué el rostro de su novio aparecía en la mayoría; tampoco sabía por qué tenía miedo de eso.

—Bue... bueno. Nada importante, fotografías— me encogí de hombros nervioso.

—¿De las que tomaste ayer?

—Ajá.

—¡Quiero verlas!— exclamó entusiasmado.

Por instinto sujeté el sobre con más fuerza en mi mano, produciendo arrugas en el papel y haciéndolo crujir; mientras que mis ojos se abrieran como platos.

—Emm... no son muy buenas, Han— tartamudeé.

—¿Cómo no van a ser buenas si eres un excelente fotógrafo? Anda, muéstramelas— insistió y quiso arrebatarme en sobre.

Lo llevé de inmediato a mi espalda, resguardándolo. ¿Qué me costaba darle el maldito sobre y explicarle que el rostro perfecto de su novio se había fugado en unas cuantas fotos? ¿Qué de malo había en eso?

—Emm... mañana, mañana te las muestro, estoy muy cansado hoy, además, aún tengo que eliminar bastantes, hay muchas que no me gustan— dije torpemente.

—Hay algo ahí que no quieres que vea, ¿Cierto?— me miró con gesto acusativo.

Las manos comenzaron a sudarme y el corazón a latir más acelerado de lo normal. No sabía por qué me sentía como el culpable de un delito en el momento que es interrogado y a punto de ser descubierto en su fechoría.

—Sí, claro que lo hay. Fotos horrendas que no quieres ver. Dame un minuto, las ordeno y te las muestro, ¿Está bien?— musité torpe.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora