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Había visto su fotografía en internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto con escaso pelo, ahora ya gris; su rostro robusto estaba cubierto de una piel bastante clara. Me sonrió.

—Lee Jihoon— se levantó—. Qué placer me da conocerte— me extendió la mano y la tomé, receloso con mi ceño ligeramente fruncido— Siéntate, por favor.

La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.

—Señor Cho...— empecé.

—Junho, por favor— me interrumpió afable.

—Bien, Junho. Esa fotografía no debió de llegar a usted, es que...

—¿Cómo qué no?— se echó para atrás, como sorprendido.

—Es que esa foto era...— luché con mi fuero interno para no decir "prohibida" y buscar la palabra adecuada —Era...

—¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora?— me interrumpió de nuevo. Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba.

Me reí.

—No, es que...— resoplé frustrándome —Esa foto es personal.

—Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica— gesticuló como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró—. Y sin duda, sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere— presionó y tenía razón.

—¿Qué fotografía le dio Seungkwan?— inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.

Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dió el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto desde hace tiempo. El hermoso rostro de Seungcheol exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermoso.

—No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto— me dijo—. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarle a mis hijas en la noche. No sé si me doy a entender— juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él—. Me gustaría verlas todas, por favor.

Entonces lo miré. Luego saqué de mi mochila el sobre que contenía las demás, y aún medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Cho.

Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía, pero no estaba seguro de hacerlo. Jeonghan y Seungcheol vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿Cuál sería su reacción? ¿Lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo, Seungcheol, él es quien aparece en las fotos y... ¡Seungcheol! Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.

Si Seungcheol llegase a saber, ¿Vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo... lo volvería a ver. No es que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con Jeonghan y más aún por publicarlo sin derecho alguno, pero... era tanto el anhelo de saber de él que de cierta manera se había convertido en una necesidad. ¿Llegaría la noticia hasta América o donde sea que Seungcheol se encontrara? Miré a Cho y de pronto lo vi como una esperanza.

Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado. Repentinamente la idea de exponerlas no me resultaba tan descabellada. No si eso de alguna forma, me acercaba a Seungcheol.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora