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—¿Estás bien?— me preguntó.

Mantuve mi miraba baja, avergonzado y negué con la cabeza

—¿Quieres una taza de té?— me ofreció, amable.

—Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos— musité e intenté dar el primer paso hacia la puerta.

—Antes de que te vayas— dijo —quisiera decirte algo— me detuve y giré sobre mis talones despacio, la miré.

Su rostro, dulce como el de toda madre, tenía un tono rosado en las mejillas, como un durazno. Su cabello era igual de liso que el de Seungcheol y de un color castaño. Me sonrió.

—La traición es algo muy fuerte— musitó acercándose y le miré con los ojos asustados. Ella rió—. Aquí las paredes no son muy sólidas— explicó—. Además, uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta, llorando.

Me sentí más avergonzado que antes y bajé la mirada.

—Lo que quiero decirte— me levantó el mentón, con delicadeza —Es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere. Pero, más allá, el amor es más profundo y fuerte.

Me le quedé mirando confundido, ¿Qué era lo que me estaba diciendo? Sollocé.

—Cariño— ella vio la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas—. ¿Tú amas a mi hijo, Seungcheol?— se me paró el corazón, pero antes de que pudiera contestarle, ella siguió hablando —Jeonghan es muy buen chico, trabajador, educado, guapo; me gusta que Seungcheol salga con él. Pero no se trata de lo que me guste a mí o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi hijo. Todos cometemos errores, cariño. Pero siempre recuerda que el amor tiene mucha más fuerza que cualquier otro poder en el mundo y al final de cuentas, aquellos errores, son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.

El silencio me rozó con el aire, quise asimilar y comprender una por una sus palabras. Ella me sonrió.

—Buen viaje— me acarició la mejilla.

—Gracias— musité más confundido que antes.

Salí por la puerta y el corazón se me encogió en angustia, una vez más. ¿Cómo iría de nuevo hasta el departamento? Jisoo se había ido con Jeonghan y yo difícilmente recordaba el camino. A pie haría más de treinta minutos, si es que llegaba.

Era el colmo de mis desgracias.

Comencé a caminar dejando atrás la bonita casa blanca en la que antes había estado. Esperaba que Jeonghan se encontrara bien, en el sentido de que estuviera seguro con Jisoo. Sabía que yo lo había destrozado y eso era algo que jamás me perdonaría.

Mientras caminaba, las palabras de la madre de Jisoo y Seungcheol, vinieron a mi mente, entre tanto que mis mejillas seguían húmedas y mis ojos tercos a seguir derramando su dolor.

¿Ella creía acaso que Jeonghan no hacía del todo feliz a Seungcheol? Era su madre, y una madre, queramos o no, siempre tiene la razón. Ella me estaba dando una esperanza, debajo de sus palabras, había una. Pero justo ahora todo mi cielo se había vuelto gris, casi negro, y toda esperanza parecía carecer de sentido y significado.

Caminé por un buen rato, indeciso de ir o no por algunas calles, pero al final, divisé el edificio y por primera vez en todo el día, sentí alivio. Cuando me hube adentrado hasta llegar al departamento, lo primero que hice fue ver la hora, faltaban quince minutos para las diez de la mañana. Tenía el tiempo suficiente para hacer una última cosa.

Comencé a arrastrar la pluma por el papel con ansiedad y cada línea en la hoja, era un latido cada vez más doloroso de mi corazón. Cuando hube terminado de escribir, leí la carta que había pintado en aquella hoja.

Lamento mucho todo esto.
Me merecía más que una buena bofetada y todas esas palabras que me dijiste. Pero el que las mereciera, no significa que no me hayan dolido.
Pedirte perdón a lo mejor es estúpido. Tomando en cuenta que no me lo perdonaré ni yo mismo. Jamás quise hacerte daño, intenté protegerte siempre y... ahora te resulté fallando. Siempre fuiste como mi hermano, Jeonghan, y siempre quise lo mejor para ti. Sé lo que sientes ahora, pude verlo en tus ojos, te conozco mejor que nadie. No tienes idea de cómo me dolió verte así por mi culpa.
Pero no te mentiré. Me enamoré de Seungcheol, te juro que lo amo y por eso tenía que irme. Quería dejarlos ser felices, en serio. Vivir todos los días viendo sus demostraciones de amor era algo que me dolía más que los golpes en la mejilla. Pero yo quería que tú fueras feliz e irme resultaba mejor idea para olvidar todo, y aunque no pudiera olvidarlo, yo no importaría; yo estaría a miles de millas lejos de él, lejos...para evitar hacerte daño. Todo me ha salido al revés.
No quería que esto pasara, pero regresar el tiempo es imposible. A lo mejor, irme ahora, después de esto, no va a servir de mucho. Sé que soy un cobarde por irme y dejarte este dolor ¡Te juro que desearía poder quitártelo! Pero, no deja de ser lo mejor para todos...
No quiero perderte, Jeonghan. Mi elección siempre fuiste tú. Pero ayer, en un desorden estúpido en mi cabeza, cometí el error más grande de mi vida. Traicioné a la única familia que me quedaba...ahora estoy solo. Me lo merezco.
Seungcheol no tuvo la culpa, fui yo quien lo besó. No eches por la borda algo tan hermoso como lo es tu relación sólo por un error mío.
Ódiame si quieres, pero no culpes a Seungcheol. Fue mi culpa, por completo.
Lamento haberte causado este daño, no sabes cómo me arrepiento. Por supuesto que te lo iba a decir, pero no de la forma en la que te enteraste. Discúlpame.
Hay algo que jamás voy a olvidar, de los errores, hay lecciones que se aprenden. La comunicación es importante, y a veces, aquello que vemos a simple vista, no es lo que parece. Tenlo en mente, Jeonghan. Seguro habrá más de una persona tratando de apoyarte.
De nuevo, discúlpame.
Todo lo que me diste te lo devolveré, el dinero, los trajes... te pagaré todo. Gracias.
Cuando leas esto, seguro estaré arriba de un avión rumbo a Corea sintiéndome la persona más pérfida en todo el mundo.
Extrañándote.
Espero algún día me perdones.
Te quiero mucho. Jihoon.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora