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Me senté en una de las sillas y desdoblé el papel, haciéndolo crujir entre mis dedos. Cuando la hoja se encontraba completamente extendida en mis manos, comencé a leer aquella caligrafía plasmada en el papel.

Me quedé mirando las palabras sin leer de nuevo. Yo no era estúpido. ¿Qué clase de canción era ésta? Él había escrito una canción con acordes y estribillos y era difícil escuchar a mi razón, sintiendo cómo la dura lucha contra el impulso la hacía flaquear. Pero yo no era estúpido.

Algo en esas frases de caligrafía alargada susurraba mi nombre; lo sabía, lo sentía. Y entonces pude escuchar un poco la voz de mi razón, de mi cordura, que me hacía pensar en Jeonghan más de lo que ya lo había estado haciendo.

Yo amaba a su novio, no entendía cómo en tan poco tiempo, pero lo amaba, podía incluso jurarlo; pero eso no me daba el derecho de arrebatárselo. Era su joya, y yo se la estaba robando.

Miré a Seungcheol, que esperaba impaciente a que le dijera algo y lo único que pude deducir en aquel momento fue la parte de la verdad, llegó a mi como una estrella fugaz que pasa y deja la luz en los ojos, como un soplo de viento que aclara la mente.

Seungcheol, se estaba comportando como un cretino, ¿Acaso estaba jugando con Jeonghan y conmigo? iba, me regalaba, me llevaba y hasta me escribía una canción, porque podía asegurar que esa canción era para mí; y luego llegaba y abrazaba, besaba y le entregaba su cariño a Jeonghan. Me sentí igual que un títere en sus manos. ¿Pero cómo poder reclamarle? Ni siquiera tenía los argumentos bien cimentados. Mi mente era todo un caos de pensamientos, conjeturas e hipótesis absurdas.

—¿Y?— preguntó ansioso.

—¿En quién te inspiraste?— inquirí tratando de que mi voz sonara casual. Él no debía tener ni la más mínima sospecha de lo que pasaba por mi cabeza.

—Sólo... me llegó la inspiración. Pero ¿Te gusta?— insistió ladeando el tema.

—Es linda— dije ya que en realidad lo era, pero sólo si lo veía de una perspectiva muy, pero muy superficial.

—Parece como si no te hubiera gustado— musitó y a su rostro se asomó una máscara de pesadumbre.

Le ordené severamente a mi corazón que se callara; anhelaba besarlo y al mismo tiempo abofetearlo; deseaba salir corriendo tan lejos como me fuera posible. ¿Cómo podía él estarle haciendo esto a Jeonghan? Pero aún peor... ¿Cómo podía yo estarle haciendo esto a Jeonghan? Dios... era mi mejor amigo.

—Está preciosa, Seungcheol, pero...— murmuré.

—¿Pero?— buscó mi mirada, que repentinamente se encontraba gacha.

Me atreví a levantarla, sólo para poder verle el rostro y decidirme si lo que quería era abofetearlo o... besarlo. Eliminé ambas ideas de mi cabeza al instante y miré el reloj, ¿Sólo habían pasado quince minutos?

—Pero... olvidé algunas fotos con Wonwoo y debo ir por ellas— farfullé nervioso.

Optando por la opción que menos parecía una locura. Escapar. Y esperando a que se creyera mi mentira.

—¿Wonwoo? ¡Oh, claro!— sonrió —Te acompaño, y así me lo presentas por fin— dijo.

—No— la corta palabra salió veloz, tajante.

Seungcheol se hizo para atrás, confundido.

—Es que...— tartamudeé —Voy a tardarme, ¡Mucho!— hice un énfasis innecesario para la última palabra—. Llegaré tarde y no es apropiado que hagas esperar a Jeonghan otra vez, así que tú quédate aquí— sonreí —Espéralo. Estás en tu casa.

Tomé precipitadamente el sobre del pretil y lo apreté bajo mi brazo, las llaves las tomé con la otra mano.

—Pero...

—¡Oh! Por cierto— lo interrumpí —Felicidades por escribir una canción tan... bonita— dije y salí por la puerta, huyendo como un niñito asustado...

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora