No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándolo allí, mirando cómo me alejaba. Si él de verdad me quería no iba a dejarme ir, pero yo necesitaba tiempo para pensar qué hacer.
Me decía que él y yo éramos lo correcto, pero ¿Cómo estar seguro de ello? ¿Lo correcto era volver a pisotear el ya destrozado corazón de Jeonghan? ¿Vivir con la culpa comiéndome por dentro? ¿O qué era lo correcto? Sentía que la cabeza me explotaba. Tomé un taxi para ir al hotel, pero en realidad le pedí que me llevara al parque central. Tenía que despejar mi cabeza, ordenar mis ideas, es que no había acabado cuando me fui de Venecia, el corazón roto de Jeonghan me seguía persiguiendo incluso más que Seungcheol. Pero, ¿No era lo que quería? ¿Tener a Seungcheol para mí y que él me quisiera? Pero, ¿Qué tanto me quería?
Bajé del taxi y caminé hasta alguna banca vacía, esto no era como los parques de Venecia, pero sí muy parecido. Ubiqué una no muy lejos y al llegar hasta ella me senté, el frío metal me hizo estremecer la piel al contacto. Me llevé las manos a la cabeza cuando el aire me acarició en un soplo. Podía ver a Seungcheol en mi futuro, pero Jeonghan era parte de toda mi vida; allí estaba ese maldito dilema de nuevo, ¿Es que nunca iba a terminar? ¿Había una solución acaso? Sollocé en silencio, ¿Qué era lo que yo quería? Quería ser feliz a lado de Seungcheol y daría mi vida por compartirla con él. Pero el fantasma de Jeonghan seguía allí y eso no me dejaba avanzar nada.
Aunque Jeonghan ya estaba muy lejos, ¿No? ¿Qué podía perder ahora? pero, ¿De verdad valía la pena? Quería saber qué tanto me quería Seungcheol, si me amaba como yo lo amaba a él y sí esto valía el riesgo.
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Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Seungcheol, quizá esta vez hubiera dejado de perseguirme, ¿Y si lo hizo? Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a Busan y si Seungcheol no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía.
Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Jeonghan estaría bien fuera cual fuera mi decisión. En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Jisoo. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria. ¿Seungcheol estaría enterado ya que su hermano está enamorado de Jeonghan? ¿Jisoo seguirá enamorado de Jeonghan? ¿Qué hizo después de que fue tras él la vez que...? ¿Qué habría pasado con ellos ahora? Lo último que supe fue lo que Wonwoo me había contado, pero eso no respondía mucho. Nada, en realidad.
―Aquí es― le señalé al taxista al ver el hotel. Pagué y luego me bajé del auto.
Había dejado transcurrir varias horas. No sabía qué había sucedido con mi exposición, con Seungcheol, no sabía nada. Me reí de pensar que las dos veces que he presentado la exposición he huido sin estar en el final. Pobre Seungkwan, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo.
Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de mi habitación me invadió al instante. Sobre la elegante alfombra verde olivo había un sobre ancho y rectangular con mi nombre en la cara superior. Cerré la puerta y me agaché para levantarlo curioso. Era delgado y liviano, lo que sea que trajera adentro era sólo cartón o algún papel duro. Lo abrí más curioso que antes y cuando saqué su contenido, pude ver por fin qué era. Había un par de fotografías, sólo dos. El corazón me palpitó con esos latidos tan conocidos y enamorados. En la primera fotografía había una palabra que fue retratada en algún negocio, como los carteles o letreros que se pegan a las vitrinas o cuelgan de la parte superior de la entrada. La segunda fue tomada en algo de algún adorno romántico para San Valentín y allí estaba mi señal. Juntas decían "Te amo"
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𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅 𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭
RomanceFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño del único que todo el mundo en mi situación, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y...