O54

53 7 0
                                    

El dolor de cabeza se había esfumado por completo, pero el dolor en mi corazón seguía estancado y se movía como la hoja de un cuchillo afilado.

Mis maletas estaban hechas sobre la cama, la habitación había quedado tal cual y la había encontrado cuando llegué. Iban a ser las seis de la tarde, pero el tiempo ya no importaba, a mí se me había acabado la estancia allí y cada movimiento de la manecilla del reloj me lo recordaba. Tomé una sudadera y fui con Wonwoo, al menos él tendría que saber que me iba.

Caminé con paso apresurado, era como si los pies me pesaran toneladas; las manos se me congelaban sin siquiera haber tanto frío.

Llegué hasta el laboratorio de los Jeon, pero esta vez, no había fotografías que imprimir, sino, una triste noticia que dar. Crucé la calle, tratando de respirar, no sabía qué tan difícil podría ser decirle adiós a las personas que aprecias, y más si sabes que para volver a verlas pasará mucho tiempo, si es que sucede.

El rechinido de la puerta de la entrada se escuchó cuando la abrí y la delicada figura de Wonwoo se posó en mis ojos. Me dieron ganas de llorar en cuanto lo vi sonreírme.

—¡Jihoon, hola!— me saludó con esa alegría angelical en él.

Quise sonreír, pero una traicionera lágrima fue lo único que salió. Me dolía bastante decirle adiós a una persona fantástica.

—Oh, Jihoon, ¿Qué sucede?— llegó hasta mí en un rápido andar y me abrazó.

—Vengo a despedirme— musité.

—¡¿Qué?! ¿A dónde vas?

—Vuelvo a Corea— confesé.

—¡¿Qué?!— la expresión se le contrajo de desconcierto.

—Tengo que irme, Wonwoo. Ya no tengo nada más que hacer aquí.

—Pero... ¿Por qué?

Respiré hondo, allí iba otra vez la historia, dolorosa y triste historia del por qué me iba.

—Anoche me embriagué y besé a Seungcheol— dije, no quería darle mucho detalle al asunto.

—¡¿Hiciste qué?!— sus ojos se abrieron desmesuradamente y llevó sus manos a su boca para contener el grito de sorpresa.

—No me hagas recordarlo, soy el peor amigo del planeta— sollocé.

—Vaya— murmuró—. No puedo creerlo— se quedó en silencio—. Y... ¿Cómo estuvo?

—¿Qué cosa?— inquirí confundido.

—El beso.

—¡Wonwoo!— farfullé escandalizado.

—Lo siento, pero es que... en serio no puedo creerlo. Quiero decir, me sorprende que haya sucedido algo así, Seungcheol tiene novio, ¿No? y tú... bueno tú jamás hubieras querido herir a tu mejor amigo, ¿Verdad?

—Es lo único que me duele, Wonwoo. Que lo traicioné.

—Sí, pero... ¿Seguro que es lo único?

—¿Qué quieres decir?— pregunté.

—No lo sé— se encogió de hombros—. ¿No te duele dejar a...? Tú sabes.

—¿Seungcheol?— me tembló la voz y Wonwoo asintió—. Sí te digo que no, te mentiría. Lo amo Wonwoo— confesé.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Tú crees que irte arreglará las cosas?

Me reí.

—Sabía que intentarías hacerme cambiar de opinión, pero ya no hay vuelta atrás, Wonwoo. Me voy.

—No puedes escapar siempre— me reprochó.

—No, pero ahora sí. De todos modos, volvería, no me iba a quedar para siempre aquí.

Él suspiró, sabiendo que por supuesto, no iba a cambiar de opinión.

—Te extrañaré tanto— murmuró.

—Yo también. Escucha, podemos escribirnos por internet— dije tratando de evitar el melodrama, pensar en despedirme de una persona como Wonwoo, me dolía en serio en lo más profundo de mi alma.

—No será lo mismo— dijo triste.

—Ya lo sé, pero agradezcamos a la vida que nos permitió conocernos— musité a punto de dejar salir las lágrimas

—No es justo— murmuró y luego volvió a abrazarme. Él no pudo contener las lágrimas y verlo llorar me terminó por derrumbar.

—Nunca voy a olvidarte, ¿De acuerdo?— musité.

—¿Y prometes que te cuidarás?

—Lo prometo.

—¿Cuándo sale tu avión?— me preguntó

—Mañana a las once de la mañana.

—Le pediré permiso a mis papás y cerraré para...

—No— lo interrumpí—. Escucha, no lo tomes a mal, pero mañana no quiero que nadie me acompañe al aeropuerto. No me gustan las despedidas, Wonwoo. Y si puedo huir de ellas mejor.

—¡Pero ya no voy a volver a verte!

—Claro que nos volveremos a ver, algún día... El destino nos volverá a juntar. Pero no me hagas dura la partida, ¿Sí?

—Te voy a extrañar demasiado.

—Ya somos dos— traté de deshacer el nudo en mi garganta—. Te quiero Wonwoo. Gracias por todo.

—También te quiero, Jihoon.

Le di un último abrazo y me retiré del lugar antes de que yo mismo me amarrara a él, sabía desde un principio que no debía encariñarme con las personas porque dejarlas me costaría mucho, y no estaba equivocado. Dolía bastante.

Caminé hasta el edificio, mientras me limpiaba las lágrimas que resbalaban por mi mejilla. El cielo estaba oscureciendo, este había sido mi último día en Venecia.

Subí por las escaleras, desganado totalmente. La despedida de Wonwoo no había sido para nada sencilla. No cabía más dolor en mi corazón.

O eso creía yo.

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora