La voz femenina anunció mi vuelo, la hora había llegado. Me paré y caminé para dejar las maletas, luego guardé el boletito en mi bolsillo de la sudadera. Caminé hasta la fila de personas que aguardaban para subir al avión y me formé detrás de la última. Miré hacia atrás, hacia todos lados mientras mordía mi labio inferior; vi a toda la gente, todos los rostros... ¿Qué estaba pensando? Me volví a girar y caminé lentamente hasta que llegó mi turno, la azafata me revisó el boleto.
—Buon viaggio— me sonrió devolviéndome el boleto.
Di una última mirada alrededor y suspiré. Cerré los ojos y deseé fervientemente que él apareciera, tan solo para decirme adiós. La gente seguía pasando a mi lado cuando los abrí. Me faltaba magia, porque los rostros que veía, seguían siendo desconocidos. Resultaba inútil desearlo, esperar que él... por supuesto que no, ¿En qué cabeza cabe? Volví a reírme de mí mismo sin atisbo alguno de alegría y caminé hasta el avión.
Me senté en el asiento correspondiente, forrado de azul rey y luego miré por la ventanilla circular. Ningún movimiento fuera del avión me pareció inusual.
Decidí relajarme, ya era demasiado tarde para cualquier cosa, para todo. Ya nada tenía sentido.
Las tripas me rugieron dentro de mi abdomen y hasta ese momento caí en cuenta de que no había desayunado nada. Esperaría la merienda del avión y me esforzaría en dormir, eran quince horas las que me esperaban de camino y tenía que adaptarme al horario coreano.
Una voz femenina se escuchó en todo el avión, primero en italiano, luego en inglés, y por fin en coreano, para después seguir hablando en otros idiomas.
El avión despegaría en dos minutos. Las ruedas comenzaron a moverse y rodar por el pavimento, el rugido del motor era claramente perceptible.
El tiempo se había acabado.
Cerré los ojos, no quería ver cómo mi corazón se quedaba en ese lugar; pero detrás de mis párpados, su rostro apareció y gemí de dolor. Los recuerdos se proyectaron como una película en mi mente mientras el avión se elevaba en el aire. El primer día que llegué, su sonrisa, esos jeans ajustados que usaba esa noche... una lágrima corrió por mi mejilla.
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𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅 𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭
RomanceFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño del único que todo el mundo en mi situación, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y...