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El sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara de un sudor frío y me obligó a abrir los ojos casi tan precipitadamente como me paré.

El horrible accidente que habían tenido mis padres se proyectó esa noche en mis sueños. Miré el reloj aún con los nervios de punta. Eran las siete con cuarenta y dos minutos. Suspiré y me levanté de la cama, había dormido con la misma ropa con la que había llegado, así que me di una rápida ducha y me cambié.

Salí a la cocina, Jeonghan aún no se despertaba, así que me dio tiempo para prepararle algo. Cociné algo de pollo del que tenía en su refrigerador. Jeonghan vive en Venecia y estuvimos separados por un gran tiempo, pero las viejas costumbres de comer pollo juntos nunca morirán.

—¡Mmm! ¿Qué es eso que huele tan delicioso?— salió de su habitación directo a la cocina y luego me sonrió.

—Quise prepararte algo— le puse el plato en el pretil.

—Aaww— exclamó—. Es maravilloso tenerte aquí.

Ambos reímos y luego nos pusimos a ingerir todo lo que había salido del sartén.

—¿Qué planes tienes para hoy?— me preguntó.

—Creí que tu ibas a hacer mi agenda este día— dije confundido.

La grande sonrisa de la que él era dueño se expandió por su rostro.

—Sólo quise asegurarme de que no lo hayas olvidado— rió de nuevo—. Te llevaré por las mejores tiendas de videojuegos que jamás hayas visto— la emoción saltó a sus ojos.

—Genial— musité.

Videojuegos. No era un adicto a los aparatos o algo así por el estilo, por lo tanto, nunca me emocionaba tanto ir de tienda en tienda hasta encontrar el juego perfecto para una noche; pero a Jeonghan siempre le había gustado y tenía un excelente gusto en ellos. Cada vez que íbamos a alguna tienda, era él el que terminaba con bolsas en la mano y nos la pasábamos noches enteras jugando.

Hacía frío, un gélido aire vagabundeaba por la atmósfera de Venecia mientras que mi mejor amigo y yo caminábamos por sus calles.

—¿Cómo pasó lo de SoonYoung? Eso jamás lo supe— me dijo y le miré extrañado—. Quiero decir, que nunca supe como lo olvidaste.

—Oh, bueno, sólo decidí superarlo y ya— me encogí de hombros y me quedé mirando a través de una vitrina un hermoso abrigo café.

El reflejo de Jeonghan se dibujó a mi lado en el vidrio y una repentina curiosidad vino a mi como una ola de mar.

—Dime, Jeonghan ¿Cómo conociste a Seungcheol?— musité sin mirar el rostro de él y fingiendo que observaba detenidamente el bello abrigo en el aparador, estaba algo nervioso.

Algo definitivamente raro.

—En un café, un día lluvioso— suspiró como si de pronto volviera a ver el recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces lo miré—. Se acercó y hablamos un poco, ¡Él es tan gracioso!— suspiró —Me contó que era de Daegu, que allí había nacido y que había venido a Venecia a lo mismo que yo: olvidar amores del pasado, sin embargo, hasta la fecha no me ha dicho que fue lo que pasó...— se perdió, pero luego volvió a retomar el curso animoso —Luego de reírnos un rato me pidió mi número de teléfono y en la noche del mismo día me llamó— sonrió—. Sólo quería desearme las buenas noches— suspiró lentamente.

—Suena... como un cuento— sonreí.

—Me siento como el uno— sonrió también —¡Dios! ¡Estoy tan feliz!— me abrazó completamente lleno de emoción; cosa que siempre hacía cuando estaba así.

—¿Cuántos años tiene?— pregunté, retirándome de su abrazo.

—Veinticinco.

—No hay mucha diferencia comparada contigo— dije aliviado.

—¿Sabes qué nos dicen?— inquirió animado.

—¿Qué?

—Que somos la pareja perfecta. Que los dos estamos hechos a la medida. Que nacimos para estar juntos— suspiró.

Estaba feliz, pero algo dentro, muy adentro de mí se removía incomodo y desesperado. Como una pequeña fierecilla enjaulada en lo más oscuro de una habitación, muy lejos de la salida; sin embargo, deseosa de salir.

—Me alegro mucho por ti.

—¡Ya sé! Podríamos salir todos alguna vez, así te presento— comentó.

—¿Todos?...

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora