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—¿Qué vamos a decirle?— pregunté.

—¿A quién?— inquirió confundido.

—A Jeonghan— dije obvio.

—¿Por qué?— su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.

—Por la hora a la que llegamos, porque estamos juntos, querrá explicaciones— intenté explicarle desesperado, la culpa me estaba comiendo por dentro.

Seungcheol rió por lo bajo.

—Pues le diremos la verdad, ¿No?— dijo —Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Hansol.

—Pero...

—No hicimos nada malo, Jihoon— me interrumpió, pero aún en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para callar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que él acababa de decir.

La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amigo impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.

—Jihoon— me llamó haciendo que regresara al momento—. ¿Estás bien?— preguntó.

—Sí, yo... sí— tartamudeé.

—Bien— se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto de aquel enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metido. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.

Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Seungcheol parecía relajado, sin embargo, yo seguía sintiéndome culpable.

Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.

Jisoo se encontraba con Jeonghan y ambos miraron al instante hacia donde Seungcheol y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Jeonghan era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Jisoo estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.

—¡Oh allí están!— exclamó Jeonghan y corrió a abrazarnos a Sungcheol y a mí.

Me quedé quieto y confundido.

—Bestia, ¿Por qué no te llevaste tu celular?— me dijo —Seungcheol, ¿Por qué no respondías el tuyo?— inquirió al interpelado.

Más que un amigo que se sintiera engañado o especulando alguna artimaña parecía padre preocupado como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.

—Lo siento, amor— dijo Seungcheol, y en la última palabra, el corazón se me encogió adolorido—. Llevé a Jihoon a la feria, ¿Recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por él— me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos; expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir—. Y además pasé a saludar a Hansol, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos— se acercó a Jeonghan y besó su frente.

Capté la escena desde muy cerca y el corazón aún encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Jeonghan se tranquilizó.

—Pero debiste al menos avisarme, amor— musitó y se alzó en puntillas para besar a Seungcheol en los labios.

Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar hasta donde Jisoo estaba, quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.

—Pero, ¿Te divertiste, Hoon?— me preguntó Jeonghan, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.

—Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa— dije aparentando que todo estaba bien.

Jeonghan estalló en risotadas y luego miró a Seungcheol.

—¿Lo hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice que no— dijo sorprendido y divertido.

Seungcheol se encogió de hombros.

—Supongo que tengo el don de convencimiento— bromeó.

No estuve en desacuerdo con Seungcheol, aunque su definición de "Don de convencimiento" sería algo así como "Retenerme en sus brazos para no dejarme escapar".

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𓂅  𝘫𝘪𝘤𝘩𝘦𝘰𝘭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora