XIV. La carta gitana.

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Cuando los tres se encontraban de regreso en la mansión, se dirigieron hacia la mesa de la biblioteca. Tal parecía que habían elegido, en un acuerdo implícito, el destinar aquel sitio a reuniones importantes.

—Y bien, ¿qué dice la carta? —preguntó Locrian con impaciencia.

Elliot sabía que el gitano se había percatado de aquel sello, que había reconocido el nombre de su madre en el sobre. Incluso, entre sus manos, podía detectar un casi imperceptible aroma a mirra, oculto bajo la esencia del polvo que tendría una carta guardada durante años en un saco repleto de otros papeles.

—Proviene de tu madre, Locrian. Dirigida a Lord Byron, hace aproximadamente dos años antes de su muerte —anunció el rubio.

El corazón del gitano parecía exigir más oxígeno a sus pulmones para calmarse, pues tanto su respiración como sus latidos comenzaban a alterarse.

—Bien, adelante —incitó el gitano.

Elliot rompió el sello, el papel del sobre se hallaba rígido y amarillento debido al paso del tiempo, incluso algunas manchas de humedad seca se percibían allí. Tuvo cuidado al retirar el papel principal, al deshacer su doblez, lo leyó en silencio.

Debido a la caligrafía, le costó adaptarse a su breve lectura, por lo que un silencio casi absoluto invadió aquel espacio. La rubia, con sus ojos de venado, temía que aquella carta fuese una mala noticia, algo que pudiera herir a su medio hermano. Ella intentó tomar su mano, pero él se puso de pie para ir hasta donde el rubio estaba.

—¿Qué dice la carta? —preguntó, con una seriedad poco particular de él.

—Locrian, toma asiento —dijo él, no por su manía respecto a la disciplina y el orden, sino porque una noticia como la que revelaban aquellas letras podría causar conmoción inmensurable en el castaño.

—¿Qué dice la carta, Elliot? —insistió, subió la voz, pero el rubio fue incapaz de leerla para él.

Al gitano ya no le importaba ocultarle a Elliot que no sabía leer, y al mayor no le importó el dejarle saber que ya había sospechado aquello. Locrian le arrebató la carta para entregársela a la rubia.

—Léela, Prim. En voz alta —pidió, autoritario pero suplicante.

La rubia buscó con la mirada a Elliot, como si buscara su aprobación antes de siquiera mirar el papel, pero Locrian insistió con un: "Por favor", que fue acompañado por esa mirada encharcada.

Ella se armó de valor, separó sus labios para comenzar a leer.


Locrian salió de la biblioteca encorvado, destrozado, confundido, y a la vez sin las fuerzas de derramar lágrima alguna tras haber recibido aquella noticia. Primrose lo llamó preocupada, intentó ir tras él, pero Elliot se lo impidió.

—Primrose, déjalo. Necesita un tiempo a solas.

Y es que digerir una noticia así era el equivalente a malherir toda su autoconcepción. La carta narraba que Locrian no era hijo de Lord Byron, sino de otro vampiro del campamento al que su madre pertenecía. Tras abandonarla, ella creyó conveniente tener una aventura con el señor Cruthadair, utilizando todos sus encantos posibles para ello.

La mujer anunció su embarazo ante el clan, suponiendo que la presión social persuadiría a Lord Byron de reconocer al muchacho como suyo. Así, le brindaría alguna ayuda económica a la mujer, pero no lo hizo.


"... Lo siento, Byron. Lo siento por mentir durante todos estos años. Debes creer que solo soy una cazafortunas, y puede que estés en lo cierto... Es difícil para una mujer, en especial una gitana, abrirse paso en una sociedad como esta. Sin embargo, pese a que nuestros encuentros fueron tan furtivos y tan pocos, supongo que lo que me hacía querer llevar adelante esta mentira era la esperanza de que pudieras considerar esa idea de convertirme en tu compañera de vida. La prueba de mi amor por ti es esta carta, pues me rindo. Nunca podrás ser capaz de amar a una mujer que tú no hayas creado y que su lealtad por ti no te suponga garantía".


Con el pasar de las horas, Primrose y Elliot encontraron a Locrian en el ventanal más amplio del segundo piso. Miraba hacia afuera, pero se encontraba mucho más tranquilo de lo que solía estar. La rubia entonces notó que el gitano había empacado sus cosas, que estaba listo para abandonar la mansión.

—Fui un imbécil... —mencionó Locrian—. Siempre creí que Lord Byron me debía algo, que él fue quién sedujo a mamá para luego desentenderse de ella, que era solo un déspota que nos abandonó en la miseria. Pero él tenía razón en repudiarme; yo nunca fui su hijo, no fui nada para él. Mi madre solo quería aprovecharse de Byron... ella nos mintió y yo no merezco nada de esto.

—Locrian... —La joven entrelazó sus manos con las del vampiro. Si bien, jamás pudo sentirlo como un hermano, ahora era bien sabido que ellos no compartían ningún lazo de sangre.

—Yo no tengo nada que hacer aquí, nada de esto me corresponde, Prim. Si los demás vampiros vienen por mí y me asesinan por incumplir el juramento de quedarme, al menos será con mi honor intacto. No voy a ser un impostor —comentó Locrian.

Elliot había guardado silencio. Acomodó sus gafas y se dispuso a hablar.

—¿Sabes, Locrian? Lord Byron siempre supo que no fuiste su hijo biológico. Lo sé porque incontables veces hablamos de ti, él no le creía a tu madre...

—Elliot... —susurró Primrose, no quería que los sentimientos del castaño terminaran más heridos que antes.

—... Pero él, aún a sabiendas de eso, ha decidido regalarte el don creador, reconocerte como su hijo y heredarte todo. Estuve mucho tiempo batallando por entender sus motivos, me preguntaba por qué eligió a Primrose, una hija con la que nunca tuvo contacto. Por qué te eligió a ti, alguien de quien siempre renegó... por qué me eligió a mí. Y aunque aún no puedo entender del todo por qué nos ha obligado a trabajar juntos, cada vez los motivos son más claros —mencionó Elliot—. El reinado Cruthadair necesita mi rectitud y orden, necesita la bondad y compasión de Primrose, y también necesita tu rebeldía y sentido de la justicia. Él te eligió por quién eres, no estaba obligado a hacerlo, por eso te pido que no te vayas y que confíes en él. Si no puedes hacerlo, al menos confía en mí.

Los ojos del gitano se llenaron de lágrimas tras escuchar a Ballard, entonces no pudo evitarlo y los abrazó fuertemente a ambos.





Los Cruthadair prefieren la sangre de cordero o res, ya que es más fácil de obtener.

Lord Byron estuvo profundamente enamorado de la madre de Primrose, pero ella se negó a recibir la inmortalidad por sus convicciones religiosas, aunque también amaba a Byron.

Corazón Vampiro 🫀 | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora