XV. El mercado

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Años atrás, Cael caminaba junto a sus padres por uno de los mercados de la ciudad. Gracias a su compromiso con Elliot, él y sus progenitores vestían mejores ropas que cualquiera de los trabajadores de las plantaciones, aun así, se mantenían humildes.

Una capa marrón cubría aquella jovial belleza del azabache. Siempre fue un joven delgado, sin un cuerpo tonificado o llamativo. Era tan bajo y femenino que sus padres siempre temieron que no encontrara una esposa, pero la fortuna llegó a sus vidas cuando la mano derecha del patrón de aquellas tierras se interesó en su unigénito.

A pesar de su etnia y costumbres, ellos estaban habituados a la extraña vida que rodeaba a la mansión Cruthadair. Los humanos que trabajaban allí seguían una larga cadena de generaciones completas que servían al amo Byron, y todos ellos sabían que la naturaleza de él y de otros sirvientes (entre ellos, Elliot), era muy distinta a la humanidad victoriana, religiosa, que se predicaba en Inglaterra. Quienes crecían allí, debían comprender que los dominios Cruthadair se regían por sus propios principios. Es por ello que aceptaron el hecho de que su hijo se casara con Elliot Ballard, y que, a futuro, se convirtiera en una criatura eterna y nocturna; aunque aquello se tratara de una abominación contra los principios de la época o de sus más antiguos ancestros.

A pesar de que estuvieran regidos por una moral distinta, continuaban con ciertos prejuicios, entre ellos, la aversión hacia los gitanos.

—Cuidado con el monedero, hay algunos ladrones merodeando cerca —dijo la anciana.

Su hijo se mantenía pasos atrás de sus padres. El cielo estaba cubierto de una espesa capa de nubes que ya dejaban caer esporádicas gotas, las que generaban un oscuro barro y brillo en las piedras de aquella calle.

Cael se entretuvo mirando un puesto de pescados, donde la pestilencia se concentraba y se aunaba a la visión de esos insalubres seres marinos. Algunos de ellos contenían largos gusanos blancos o moscas que se paraban en sus ojos. El asiático se preguntaba cómo es que algo tan nauseabundo podía saber tan bien, y cómo es que sus padres tenían el estómago para comprar esos feos pescados, pero un roce en su mano derecha lo hizo sobresaltarse de inmediato y proteger su anillo de compromiso.

Junto a él pasó una joven, ella tenía un pañuelo en la frente, talismanes y amuletos, una falda larga y un corsé de cuero agrietado sobre su blusa.

La madre de Cael la sujetó por el brazo con violencia para impedir que se fuera.

—¡Hey! ¿Qué intentas hacer? ¿¡Intentas robarnos?!

La gitana parecía sorprendida, con timidez intentó negarlo en voz baja, pero la regordeta mujer no dejaba de apretarla y agitar su débil cuerpo.

—¿¡Quieres robarnos, ladrona?! ¿¡Eh!? —se sumó el padre de Cael.

—Les juro que no... Señora, me está lastimando... —ella titubeaba, porque aquel roce con el joven no había sido más que un accidente; pero la pareja estaba paranoica, y las personas comenzaron a detener su andar para ver qué estaba ocurriendo.

—¡Tú y tu gente deberían irse! ¡Solamente vienen a robarnos y a ensuciar esta ciudad! —dijo la mujer.

Las personas, igualmente prejuiciosas, se acercaron, incluso algunas mujeres abandonaron sus puestos de verduras para a sumarse a la algarabía.

—¡Sí, fuera de Winchester! ¡Ladrones! ¡Fuera, gitanos!

—No he robado nada... —se intentó defender ella, pero quizás por su timidez no podía hablar demasiado alto. O quizás, simplemente el resentimiento social era algo imparable una vez que comenzaba.

La mujer la arrojó al suelo, justo al lado del lugar en donde el pescadero tiraba las vísceras de sus productos, sobre un montón de basura, un puñado de ratas huyeron ante el impacto. Las delgadas manos de la gitana quedaron sucias por las tripas, toda su ropa estaba impregnada de lodo. Había policías junto a la iglesia, pero ninguno hizo nada.

—¡Intentó robar la sortija de compromiso de mi hijo! ¡La vimos! —escupió la asiática. Cael abrió sus ojos aún más.

—¿Te intentó robar esta ramera? —preguntó el pescadero.

No podía asegurar que ella intentó quitarle su sortija, había sido solamente un roce. ¿Y si realmente lo había intentado? Después de todo, como sus padres decían, quizás todos los gitanos sí eran ladrones y no valía la pena defenderlos.

—Sí... —contestó Cael.

Entonces, un par de mujeres sostuvieron a la gitana del cabello y la forcejearon, una de ellas le arrojó sal en el rostro. Frutas, huevos, como si realmente se tratara de una criminal.

La joven estaba tan impactada que solamente podía anteponer sus brazos para que no le golpearan el rostro. Fue entonces cuando un hombre, gitano igualmente, se coló entre la multitud y rápidamente la levantó.

—¿Ven? ¡Están robando esos dos! ¡Son cómplices!

—¡Llegó el que está robando con ella!

A pesar de los jaloneos, la suciedad que les arrojaban, los escupitajos e insultos de la gente, el hombre se abrió paso junto a ella para llevarla lejos. Locrian no la conocía, pero había presenciado todo aquello, no permitió que la lincharan debido a tal injusticia.






El tipo de personalidad (MBTI) de cada personaje es:

Primrose: INFP-A

Elliot: ISTJ-A

Locrian: ENFP-T

Colin: ESFP-A

Mortem: INFJ-A

Cael: ISTJ-T

Corazón Vampiro 🫀 | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora