X. El primer beso

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Tras la visita a Mortem, Elliot pudo calmar esa ansia por conocer los motivos de Lord Byron. Todas esas interrogantes en su mente se fueron esfumando con el pasar de las noches, ya que comprendía que su antiguo amo debía tener fuertes motivos para acabar con su reinado voluntariamente, seguramente poseía importantes razones para reconocer a Locrian dentro de su legado, y seguramente encontraría las respuestas algún día.

Como una pintura en tonos espesos y grises, las nubes cubrían todo el lugar. El cielo lloró toda la noche sobre Winchester. Los sirvientes se levantaron durante el día para trabajar en las plantaciones y arreglar el desastre que provocó la lluvia en los almacenes.

Debido a la capa de nubes, Ballard pudo salir en su caballo a recorrer los sembradíos y supervisar la situación general. En sus tiempos de mortalidad, fue uno más de aquellos que utilizaban pala y pica para abrir la tierra, pero eran sus conocimientos como capataz aquellos invaluables por sobre todo.

Mientras entregaba instrucciones a los empleados, alguien le informó que Primrose estaba en el establo, lo que sorprendió al vampiro. Partió de inmediato en tal dirección.

En ocasiones, el rubio era sobre protector y temía ante la idea de que algo pudiera pasarle a la joven si salía de casa.

—Creí que tu horario de sueño ya no suponía un problema.

Ella, al escucharlo, apartó su mano del caballo al que estaba acariciando y le ofreció una sonrisa.

—Considero que mi naturaleza siempre va a ser diurna.

—¿Qué haces aquí?

—Juzgo que, de todo el tiempo que llevo en Winchester, lo único que conozco bien es la casa y parte del jardín. No es bueno que un patrón desconozca sus tierras, un buen jefe debería involucrarse y conocer cada rincón, a sus empleados... ¡A sus animales! —dijo ella.

—Quieres un caballo, ¿verdad?

—También —confesó.

Elliot sonrió, y comenzó a mostrarle cada uno de los animales disponibles. Era una costumbre que cada persona de un rango importante en una hacienda poseyera su propio corcel. Incluso conoció al caballo de Locrian, un semental negro que carecía de uno de sus ojos, probablemente por esa característica el gitano lo eligió.

El centenario prometió enseñarle a montar algún día, ambos se dirigieron hacia los principios de la plantación de cañas de azúcar, pero no pudieron internarse entre ella debido al lodo que fácilmente podría sumergirlos hasta las rodillas.

La lluvia no tuvo piedad. Se sentaron en el tronco de un árbol caído, los sirvientes, tanto humanos como inmortales, se dedicaban a cuidar de las plantas tapando sus raíces expuestas y retirando el exceso de agua. Era refrescante observar cómo dos especies distintas colaboraban, y resultaba imposible reconocer quién era un ser nocturno y quién no.

—Los humanos saben de nosotros, ¿no es así? No le han dicho nada a nadie, es sorprendente. ¿Ellos no desean ser vampiros? —preguntó la chica.

—Ellos guardan el secreto debido a que nacen aquí. Durante generaciones sus familias nos han servido, tienen su pequeña comunidad en las casas más allá del sembradío. Cuando llegan a la adultez, siempre pueden pedir ser inmortales, pero pocos de ellos deciden transformarse —respondió él—. Nunca he entendido por qué. Mis padres jamás quisieron ser hematófagos, a pesar de que les pedí que lo fueran.

—¿Por qué decidiste serlo?

—Cuando comencé a subir de rango, Lord Byron vio algo en mí. Una noche, él mismo se acercó a la aldea. Vino a mi casa personalmente, sin sus escoltas, y me ofreció ser su mano derecha. La única condición era volverme inmortal —narró Ballard—. Acepté, pues siempre sentí una enorme admiración por él, por cualquier criatura de la noche. Un humano nunca podrá aprender todas las lenguas, las artes y ciencias, un humano rara vez puede superar el siglo; ese periodo de tiempo no es suficiente para su perfección intelectual. Los vampiros, por lo general, desaprovechaban su inmunidad al tiempo, solo se dedicaban al poder y combate; excepto por Lord Byron. Él no solo era fuerte, sino la criatura con más inteligencia en el planeta. Yo deseé ser como él, aún antes de ser su subordinado; mi lealtad le pertenecía, así como mi profunda admiración.

—Sabes que uno de mis más grandes anhelos era conocer a papá. Pero realmente siento que algo de él vive en ti, tengo la sensación de que puedo conocerlo cada vez que hablo contigo... creo que comprendo por qué te dejó a cargo de todo lo que ha construido —le dijo la joven.

Aquellas palabras agitaron el corazón de Ballard, antes se sentía desamparado y perdido tras aquel suicidio abrupto, con el pasar de las lunas notó una facilidad mayor para pensar como Lord Byron, para seguir sus órdenes y deseos, aunque ya no estuviera con vida. Sí, una parte del gran señor Cruthadair vivía en él, no se había percatado de que todo el tiempo siguió a la perfección su filosofía, aquello le hizo sentir más seguridad. Desde el día en que el patriarca llegó a su casa a proponerle la inmortalidad, le había estado entrenando para convertirlo en su sustituto.

Primrose introdujo sus dedos en una hendidura del tronco, la textura de unas orquídeas refugiadas de la tormenta le llevaron a distraerse. Elliot contempló entonces cómo la joven tomó una de aquellas flores y la puso, cuán tropical adorno, sobre sus rizos. ¿Cómo era posible que ella pudiera encontrar la belleza aún en un escenario postorrencial? Ella encontraba flores donde solo quedaba lodo. Ella hallaba bondad donde únicamente las tinieblas existían, encontraba el alma de los ausentes en las acciones de quienes estaban con vida.

El vampiro se preguntó si era ese el motivo que Lord Byron tuvo para nombrarla heredera. ¿Acaso al reinado inmortal le hacía falta compasión e inocencia? ¿Un filtro cándido para esclarecer la oscuridad?

Fue él quien rompió el protocolo y la distancia. Posó su palma en aquella tierna mejilla, la joven le miró con esos brillantes y trémulos ojos de estrella. Ballard se inclinó, sin perder su elegancia, depositó un suave y respetuoso beso sobre los labios de Primrose.

Ella tardó en reaccionar, pero desde luego, le correspondió. Fue un beso casto, dulce, uno que causó un cosquilleo en su vientre. El calor subió a sus mejillas, con cierta timidez, situó su mano sobre el hombro opuesto. Ella quiso profundizar el beso, sin embargo, tal vez, aquel contacto fue demasiado para la prudencia y rectitud del mayor.

Cuando el vampiro se separó, la mestiza llevó sus dedos a sus cerezos recién besados. Era su primer beso, pero en lugar de cuestionar el significado de ello, simplemente estalló de alegría cual pólvora ante una chispa, y se lanzó a los brazos del centenario. Él no pudo reaccionar a tiempo, por lo que ambos cayeron hacia atrás de tronco.

Entre los quejidos de Elliot por el lodo en sus prendas, se oía la risita alegre de la joven. El vampiro sonrió para sus adentros: "Vaya inocencia.", pensó, "Te he arrebatado tu primer beso, y en lugar de exigencias, me regalas esa hermosa risa".




La sala de tronos estaba pensada para que los tres creadores pasen todo su tiempo allí, representando grandeza y poder, pero prefieren relajarse en la sala de estar secundaria, ya que los sofás y futones resultaban más cómodos.

La sala de tronos estaba pensada para que los tres creadores pasen todo su tiempo allí, representando grandeza y poder, pero prefieren relajarse en la sala de estar secundaria, ya que los sofás y futones resultaban más cómodos

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Corazón Vampiro 🫀 | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora