Capítulo 5

1.4K 76 5
                                    

El sol se filtraba por las cortinas entreabiertas, pintando la habitación con tenues rayos dorados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol se filtraba por las cortinas entreabiertas, pintando la habitación con tenues rayos dorados. A mi lado, Mason ya estaba despierto, probablemente desde hace un par de horas, contemplándome con una sonrisa en los labios.

—¿Qué te parece si nos quedamos un par de días más? —propone.

Entre bostezos y estiramientos, intento procesar su propuesta.

—¿Hmm? —respondo, aún medio dormida, mientras me acomodo en las sábanas con pereza.

—Podemos quedarnos hasta el final de la semana —insiste, con una expresión juguetona.

—Pero hoy es lunes, ¿no tienes que ir a entrenar? —le recuerdo.

—La temporada ya terminó el sábado pasado, amor —me informa, con una risa contagiosa—. Así que, ¿qué dices? ¿Nos quedamos un poco más?

—Todavía es muy temprano para tomar decisiones —concluyo, buscando un poco más de comodidad entre las sábanas.

Mason me mira con una ternura irresistible, como si estuviera viendo algo más allá de mi sueño enredado.

—¿Por qué tanta insistencia en quedarnos? —pregunto, intrigada por su determinación.

—Porque cuando paseamos por Mónaco, tus ojos brillan de una manera diferente, Bianca —confiesa, acariciando mi mejilla con suavidad.

Sus palabras me hacen sonreír y me llenan de un cálido rubor. Es reconfortante saber que él nota esos pequeños detalles que hacen que me sienta tan viva.

—Hmm, ¿será el efecto Mónaco? —bromeo, recostándome en su pecho y disfrutando de la calidez de sus brazos.

—Tal vez, pero creo que tiene más que ver contigo que con este lugar —responde, con una dulzura que hace que mi corazón dé un vuelco de alegría.

Regresar a Mónaco ha sido como abrir un viejo álbum de fotos lleno de momentos felices y otros que preferiría olvidar. Al principio, la idea de volver aquí no me entusiasmaba mucho. Después de todo, esta ciudad está impregnada de recuerdos, algunos tan brillantes como las luces de los casinos y otros tan oscuros como las sombras de los callejones.

Pero al caminar por estas calles una vez más, algo dentro de mí ha cambiado. La brisa marina me acaricia con un abrazo familiar, trayendo consigo un torbellino de emociones que no esperaba. Me encuentro recordando cada callejuela estrecha, cada rincón escondido donde solíamos escaparnos juntos. Y aunque al principio me resistí a dejar que esos recuerdos me abrumaran, ahora me doy cuenta de que son parte de lo que soy.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora