Capítulo 30

765 48 1
                                    

—¡Vamos, vamos! —Juliette estira sus brazos hacia arriba para que la coja cuando Charles cruza la linea de meta primero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Vamos, vamos! —Juliette estira sus brazos hacia arriba para que la coja cuando Charles cruza la linea de meta primero.

Le hago caso y después de asegurarla en mi cintura y agarras mi bolso salgo del box camino hacia el corralito. Charles ha cruzado la linea de meta primero. En Monza. Primero en Monza con Ferrari. Otra vez.

No podía borrar la sonrisa de mi cara por más que lo intentara. Joder. Se lo merecía.

Me siento orgullosa, como si hubiera cruzado la línea de meta con él. ¡Monza, joder! Ganar ahí con Ferrari es como el santo grial del automovilismo. Y ver a Charles hacerlo, ¡uff! Ni siquiera puedo explicar lo que siento. Bueno, sí puedo: ¡Puro orgullo!

Avanzamos hacia el corralito entre la multitud enloquecida. La gente brama de emoción, y no los culpo. Ver a mi chico pateando culos en la pista es algo que nunca dejará de emocionarme. Es como si cada vez que gana, yo también gano un poco. Supongo que eso es lo que pasa cuando quieres a una persona.

Nos acercamos al corralito y veo a Charles saludando a su equipo con esa sonrisa ganadora que me derrite el corazón. 

Juliette aplaude y ríe, contagiada por toda la euforia que nos rodea. La miro y no puedo evitar sonreír como una idiota. ¿Quién diría que hace unas horas estaba llorando porque no quería ponerse los zapatos? Esta niña es una montaña rusa de emociones, igual que yo.

Y ahí está, mi chico, mi héroe de la Fórmula 1, rodeado de flashes y cámaras, más caliente que el motor de un Ferrari. Cuando nos ve en un rincón se aleja de sus mecánicos y viene hacia nosotras con su casco en la mano.

Juliette se retuerce en mis brazos, emocionada por toda la atención, y yo apenas puedo contener mi alegría. Cuando Charles llega a nuestro lado, la sensación de tenerlo tan cerca es como una descarga eléctrica que me recorre de pies a cabeza.

—Estoy tan orgullosa de ti —digo acariciándole su mejilla.

Él me sonríe, y antes de que pueda procesar lo que está pasando, me planta un beso en los labios que me deja sin aliento. Ahí, delante de todo el mundo, a la mierda lo que habíamos quedado de disimular delante de las cámaras.

—Sal conmigo —me suelta de golpe, y mi cerebro tarda unos segundos en procesar esas palabras.

—¿Qué? —balbuceo, con los ojos como platos y el corazón a mil por hora.

—No te lo había preguntado antes, pero necesito que me digas si. Sé mi novia, Bianca —insiste, con esa mirada que me vuelve loca.

Mi mente está en modo colapso total. ¿Esto está pasando de verdad? ¿Me está pidiendo que sea su novia en medio de toda esta gente? Pero joder, ¿cómo puedo decirle que no a semejante hombre.

¿Quién diría que Monza sería testigo de este momento? 

Hace cuatro años éramos una pareja, yo apenas tenía 22 y él ya tenía sus 25 años y estaba en la cúspide de su carrera en la Fórmula 1. Pero bueno, la cosa se fue al traste porque resulta que Charles decidió ponerme los cuernos. Así de simple y cruel como suena.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora