Capítulo 27

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El regreso a Manchester había sido un golpe duro, más duro de lo que esperaba

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El regreso a Manchester había sido un golpe duro, más duro de lo que esperaba. A pesar de tener a Juliette a mi lado, esa sensación de completitud que solía acompañar nuestros momentos juntas se veía empañada por la ausencia de alguien más. Había un vacío en mi corazón que ni siquiera la risa contagiosa de mi hija podía llenar por completo.

Juliette se acercó, con una sonrisa radiante en el rostro, y me tendió un juguete de peluche. Lo tomé con una sonrisa forzada, agradeciéndole con un beso en la mejilla antes de dejarlo a un lado. A pesar de sus esfuerzos por alegrarme el día, sabía que no podía ignorar la sensación de vacío que me invadía.

Cuatro días habían pasado desde que Charles y yo nos despedimos en Monaco, cuatro días desde que tuve que enfrentarme a la realidad de mi vida sin él a mi lado. Y aunque intentaba convencerme de que podía hacerlo, de que podía seguir adelante sin él, la verdad era que me costaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Era consciente de que necesitaba seguir adelante, pero una parte de mi anhelaba como me sentía en Mónaco. No se si era por Charles, o porque estar en mi país me había dado eso que me había faltado durante los últimos años.

Era consciente de que no podía dejar Manchester y mudarme. No podía hacerle eso a Juliette, tampoco a Mason. Ya tenía él suficiente con haber cedido que nuestra hija viviera conmigo, además de los entrenos, los partidos y los partidos de fuera de casa. No podía alejarla de él aún más.Mi prioridad era el bienestar de mi hija, y eso significaba hacer sacrificios 

De repente, mi teléfono vibró con un mensaje entrante. Miré la pantalla y vi el nombre de Charles iluminando la habitación. Su mensaje decía simplemente: "Abre la puerta".

Me quedé allí, con el teléfono en la mano, preguntándome qué demonios estaría tramando ahora. Sin embargo, no pude evitar sentir una punzada de emoción y curiosidad. Con un suspiro, me levanté y caminé hacia la puerta

Con el corazón latiendo con fuerza, abrí la puerta y me encontré con Charles de pie frente a mí, con una sonrisa radiante en el rostro.

Bueno, lo admito, mis rodillas se volvieron gelatina en cuanto lo vi parado ahí, con esa sonrisa de "acabo de llegar y tú no lo sabías". Pero no iba a dejar que se saliera con la suya tan fácilmente.

—¿Qué...? ¿Qué haces aquí? —frunzo el ceño.

—Vaya, esperaba más emoción al verme.

—¡Oh, no es eso! Es solo que... no esperaba verte aquí —expliqué, tratando de ocultar la sorpresa que sentía.

Él se acercó un paso más, con esa mirada juguetona que siempre me desconcertaba.

—¿Entonces no te alegras de verme? —preguntó, levantando una ceja de manera desafiante.

—¿Qué? ¡No! Digo, ¡Si! —¿Qué me pasa?—. Ay, calla y bésame.

Charles soltó una risa suave y contagiosa, disfrutando claramente de mi desconcierto. Se acercó un poco más, con esa sonrisa traviesa en los labios.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora