Capítulo 33

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¿Estás nervioso? Lo tienes en tus manos

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¿Estás nervioso? Lo tienes en tus manos. Vas a ganar hoy. Éres el mejor, Charles.

Llevaba escuchando esas frases toda la mañana, y sabía que a mi novio le estaban pasando factura. Estaba tenso, serio y muy quieto, cosa que no era normal en él.

El camino en coche hasta el circuito lo pasó en silencio, conduciendo y con las gafas de sol puestas. Y eso era raro teniendo en cuenta que la carrera era por la noche.

Las Vegas estaba ansiosa por el Gran Premio que se iba a disputar. Podía proclamar a un nuevo campeón del mundo y los aficionados lo sabian. Los organizadores también, y habían organizado un montón de mierdas que no tienen nada que ver con la Fórmula 1 para aprovecharse de eso.

Estaba en el hospitality de Ferrari mientras esperaba que Charles acabara con todos sus compromisos con los medios. Pasé la mayor parte del rato sola, excepto cuando Naia me hizo compañía durante unos minutos, pero después se tuvo que marchar a trabajar.

Miré Instagram, Twitter, Tiktok, otra vez Twitter... intentando matar el tiempo, pero cada segundo parecía eterno. A medida que se acercaba la carrera, mis nervios iban en aumento.

Charles hoy podía ser campeón del mundo con Ferrari, como había soñado de pequeño.

Durante años, él había soñado con este momento. Desde que era un crío, se imaginaba pilotando un Ferrari y levantando el trofeo de campeón del mundo. Recuerdo las noches en las que me hablaba emocionado de cómo sería, de cómo sentiría la adrenalina en cada curva, de cómo el rugido del motor sería como música para sus oídos.

Ahora, ese sueño estaba a punto de hacerse realidad, y podía sentir la tensión en el aire mientras los minutos pasaban y la hora de la carrera se acercaba.

Dejé el movil a un lado cuando Charles entró en el hospitality con Martina, la jefa de prensa de Ferrari. Mientras ellase fue escaleras arriba, élse acercó a la mesa donde yo estaba. Con un gesto cansado, se quitó la gorra y la dejó sobre la mesa, revelando un mechón desordenado de cabello castaño.

Estaba indecisa sobre si debía hablarle. Durante todo el día, había estado notablemente callado y serio, sumergido en sus pensamientos y en la tensión del momento. No quería interrumpir su concentración ni añadir más presión, pero tampoco quería dejarlo solo en su mundo de nervios.

Me acerqué a él y peiné ese mechón de pelo que le caía por la frente. Noté sus ojos en verdes en mi y lo miré con cariño.

—¿Mucho trabajo?

—Demasiado —suspira—. No entiendo por qué tiene que liarla tanto siempre que venimos a Estados Unidos. Que si vueltecitas por el circuito, presentaciones como si fueran los Juegos del Hambre, miles de entrevistas donde todos preguntan lo mismo... es agotador.

A pesar de que él creía que lo tenía todo bajo control, notaba lo nervioso que estaba. Me levanté de mi silla y me senté en su regazo, captando toda su atención.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora