Capítulo 22

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La observo mientras está ahí, echada a mi lado, durmiendo como un tronco y completamente desnuda bajo las sábanas. 

Me encanta mirarla así, tan relajada y despreocupada, con su cuerpo desnudo y vulnerable ante mí. Cuando estábamos juntos, solía pasarme horas admirándola, como si cada centímetro de su piel fuera un cuadro que mereciera ser enmarcado.

Mis dedos se deslizan suavemente por su mejilla, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis yemas. Desde que nos liamos en el barco, apenas hemos salido de mi cama. Cuatro años separados y ahora estamos aquí, intentando recuperar todo el tiempo perdido con cada maldito toque, beso y gemido.

Estos últimos cuatro días han sido una locura. Nos hemos estado devorando el uno al otro como si fuéramos unos animales en celo. Y créeme, no hay un lugar en mi apartamento donde no hayamos acabado haciendo el amor.

Pero más allá de todo el sexo, también ha habido momentos tranquilos como este, momentos en los que solo la miro mientras duerme, tratando de memorizar cada detalle de su cuerpo como si fuera la última vez que la veo.

No puedo evitar pensar en lo que pasará después de estos días, si esto será solo una locura pasajera o si de verdad estamos dispuestos a intentarlo de nuevo. 

Pero por ahora, prefiero no pensar en el futuro. Solo quiero disfrutar del momento presente, de tenerla aquí a mi lado, sin ropa y receptiva, confiando en mí lo suficiente como para entregarse por completo. Y joder, eso es suficiente para mí.

Me acurruco a su lado, disfrutando del calor de su cuerpo desnudo contra el mío. Mis manos recorren su espalda suavemente, deleitándome con la suavidad de su piel bajo mis dedos. Bianca duerme profundamente, con una expresión de completa satisfacción en su rostro.

De repente, siento que se remueve ligeramente a mi lado, y sus ojos se abren lentamente. La observo mientras parpadea varias veces, tratando de enfocar su mirada.

—¿Charles? —murmura, su voz un poco ronca por el sueño.

—Sí, aquí estoy —respondo, con una sonrisa.

Ella se estira un poco, y luego se queda quieta, mirándome fijamente como si estuviera tratando de procesar algo.

—¿Qué hora es? —pregunta, bostezando.

—¿A quién demonios le importa? Estamos de vacaciones, ¿recuerdas? —le digo, con una risa pícara.

Bianca sonríe y se acerca más a mí, buscando el calor de mi cuerpo.

—Tienes razón, ¿por qué preocuparse por el tiempo cuando tengo algo mucho mejor aquí a mi lado? —dice, con un tono juguetón.

Nuestras miradas se encuentran, y por un momento, siento como si estuviéramos solos en el mundo. No hay pasado, no hay futuro, solo el presente y la conexión lasciva que compartimos en este momento.

La abrazo con más fuerza, sintiendo su corazón latir junto al mío.

—Exactamente, cariño. Exactamente.

Ella suelta un quejido mientras se acomoda a mi lado, y puedo sentir cómo su cuerpo se tensa un poco.

—¿Estás bien? —pregunto, preocupado, mientras acaricio su espalda con suavidad.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora