Capítulo 31

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Nada más cruzar el umbral de la puerta, agarro a Bianca por la cintura y la estampo contra esta

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Nada más cruzar el umbral de la puerta, agarro a Bianca por la cintura y la estampo contra esta. Puedo sentir el calor de su cuerpo contra el mío, y eso enciende un fuego dentro de mí que amenaza con consumirme por completo.

—Dios mío, Charles, ¿quieres romper la puerta? —me pregunta entre risas, pero puedo ver el deseo en sus ojos.

—No me importaría si significa tenerte aquí, ahora mismo —le susurro al oído, dejando un rastro de besos por su cuello que la hacen temblar.

Ella me rodea con sus brazos y me devuelve el beso con pasión. Nos besamos como si el mundo se fuera a acabar, maldiciendo entre dientes de lo bueno que se siente tener a Bianca tan cerca. Nuestros labios se encuentran con voracidad, como si estuvieran hambrientos el uno del otro, y no puedo evitar soltar un par de groserías entre beso y beso.

Bianca se aferra a mí como si fuera su tabla de salvación en medio de un naufragio, y joder, cómo me encanta sentir su cuerpo tan cerca del mío. Mis manos se mueven con urgencia, explorando cada curva, cada rincón, como si quisiera memorizar cada centímetro de su piel.

La cargo como si fuera mi trofeo y la llevo hasta la cama, ¡vamos, que ya no puedo esperar más! Sus piernas se enredan alrededor de mí, y su cuerpo se siente tan caliente que casi puedo ver el vapor saliendo de nuestros cuerpos. La dejo caer suavemente sobre las sábanas, y nuestros ojos se encuentran con una lujuria ardiente. No puedo evitar sonreír ante el deseo que veo en su mirada, y sé que estamos a punto de tener una noche épica.

Me lanzo sobre ella como un león sobre su presa, nuestras manos luchando contra la ropa como si estuviéramos en una carrera contra el tiempo. Gime con anticipación, y su voz me hace perder la poca cordura que me queda.

Entre gemidos y risas, despojo a Bianca de cada prenda como si estuviera desenvolviendo el mejor regalo de mi vida. Finalmente, la veo desnuda ante mí, su cuerpo perfecto tendido sobre las sábanas como una obra de arte esperando ser admirada. No puedo resistirme a besar cada centímetro de su piel, comenzando por su cuello y descendiendo lentamente hacia su barriga.

Sus suspiros se convierten en gemidos cuando mis labios encuentran su vientre, y puedo sentir su cuerpo estremecerse bajo mis caricias.

Mientras beso su barriga, mis labios se detienen en una pequeña cicatriz que nunca antes había notado. Una cicatriz de cesárea, una marca que revela la entrada de la vida de Juliette a este mundo.

Una punzada de dolor me atraviesa el pecho al darme cuenta de que nunca había notado esa cicatriz antes. Me pregunto cómo pude pasar por alto algo tan significativo en las otras veces que estuvimos juntos. ¿Cómo he podido ser tan ciego?

El peso de la verdad cae sobre mí como una losa, y me doy cuenta de que podría haber sido el padre de Juliette. Si no hubiera cometido los errores que cometí, si hubiera sido más responsable, quizás las cosas podrían haber sido diferentes.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora