A medida que el cumpleaños de Alex se acerca, Bianca siente el peso del regreso a Mónaco después de cuatro años. Es un viaje que no esperaba hacer, pero la vida la ha llevado de vuelta a su tierra natal, donde vivió momentos de felicidad y dolor. Fu...
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Las palabras de Charles suenan en mi cabeza.
Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Una y otra vez.
Me encuentro repitiendo esas dos palabras en mi cabeza una y otra vez, como un mantra que no puedo sacarme de la mente. "Te quiero", susurra mi conciencia, mientras mi corazón late con fuerza en mi pecho. Esas palabras, tan simples y a la vez tan poderosas, resonando en mi mente como un eco constante.
Tres días han pasado desde que Charles me lo dijo, y aún sigo tratando de procesar lo que significan para mí. ¿Cómo puedo responder a eso? ¿Cómo puedo dejarle saber lo que siento sin abrirme completamente y arriesgarlo todo?
Pero cada vez que intento encontrar las palabras adecuadas, mi mente se queda en blanco. Porque la verdad es que no sé qué siento exactamente. Estoy confundida. Por un lado, siento una conexión profunda con Charles, una atracción que va más allá de lo físico. Pero por otro lado, tengo miedo de dejarme llevar por mis sentimientos y terminar herida una vez más.
Me miro en el espejo, buscando respuestas en mi reflejo, pero lo único que veo es a una mujer que acabará por volverse loca. ¿Qué debo hacer?
Me acerco sigilosa a la cama, observando a Charles mientras duerme. Su rostro tranquilo, ajeno al torbellino de pensamientos que me agita por dentro. Me pregunto qué estará soñando en este momento, si estará pensando en mí como yo lo hago en él.
Cuatro días. Eso es todo lo que nos queda juntos antes de que tenga que regresar a Manchester. Cuatro días para disfrutar de su compañía, de su risa, de su calor. Y luego, ¿qué? ¿Volveremos a ser dos extraños separados por la distancia y el tiempo?
No puedo evitar sentir una punzada de tristeza al pensar en ello. Quiero aferrarme a estos momentos, a esta conexión que hemos compartido, pero sé que no puedo ignorar la realidad por mucho más tiempo. Mason vendrá con Juliette, y yo tendré que regresar a mi vida normal.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño para ducharme y comenzar el día. Después de la ducha, me visto con una camiseta y unos vaqueros cómodos, lista para enfrentar lo que sea que el día tenga reservado para mí. Salgo del baño y veo a Charles aún dormido en la cama. Su rostro tranquilo me hace sonreír, y siento un cosquilleo en el estómago.
Decido dejarlo descansar un poco más y voy hacia la cocina. Enciendo la cafetera y preparo un par de tazas de café.
Llevo las tazas de café a la sala de estar y me dejo caer en el sofá. Desbloqueo mi teléfono y reviso los mensajes de Mason. Encuentro las fotos que ha enviado de Juliette y no puedo evitar sonreír. En las imágenes, mi pequeña está envuelta en abrigos gruesos, con una sonrisa de oreja a oreja.
Charles entra en el salón con cara de estar medio dormido y se deja caer en el sofá, luciendo esos pantalones grises de chándal que le hacen un favor tremendo a su trasero. Va sin camiseta, mostrando esos músculos que te hacen desear perder el control.
