Capítulo 21

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Joder

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Joder. Está preciosa. 

Aquí, sentada delante de mí, en bikini. Su pelo se ondea al viento mientras el sol ilumina su piel bronceada. No puedo apartar la mirada de ella, es como si cada centímetro de su cuerpo estuviera hecho a medida para enloquecerme.

—¿Qué miras? —pregunta con una sonrisa juguetona, notando mi mirada intensa, desde el sol.

—Nada importante —respondo, tratando de mantener la compostura mientras intento no babear.

Ella ríe y se gira hacia mí.

—¿Te estoy distrayendo, Charles? —me pregunta con una ceja levantada.

—¿Quién, yo distraído? —bromeo, aunque en realidad estoy al borde de un ataque cardíaco por lo espectacular que se ve.

Dios, cómo me encanta estar con ella, incluso si solo somos amigos. No puedo evitar desear que las cosas fueran diferentes, pero por ahora, estoy más que feliz de simplemente disfrutar de su compañía en este yate bajo el sol.

Ella se reclina en su asiento, disfrutando del sol y la brisa marina, y me siento tentado de ir a tomar un baño en el mar solo para poder enfriar mi mente. Pero en lugar de eso, me quedo mirándola desde la sombra, deseando poder estar ahí con ella bajo el sol. Aunque el médico me haya prohibido exponerme al sol durante más de media hora, no puedo evitar anhelar estar a su lado en este momento.

Cuando Bianca soltó la bomba de que había cortado con Mason, no supe si sentirme triste por ella o emocionado por mí. Quiero decir, claro que la apoyé y la abracé, pero por dentro estaba como ¡boom! ¿Había una ventana de oportunidad para nosotros de nuevo? Eso me revolucionó por dentro, lo juro.

Pero traté de mantener la compostura. La abracé fuerte y le dije que estaría ahí para ella, pero mi cabeza estaba en otra parte. Me imaginaba mil escenarios, preguntándome si podíamos volver a ser algo más que amigos.

Miro a Bianca mientras ella disfruta del sol, y no puedo evitar pensar en lo jodidamente sexy que se ve en su bikini. Pero más allá de eso, hay algo especial en ella, algo que me hace querer estar más cerca, algo que me hace desear que esta vez las cosas sean diferentes.

Se levanta de repente y rebusca en su bolsa. Después de unos momentos, saca una botella de crema solar y se acerca a donde estoy sentado, con una expresión decidida en su rostro.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, levantando una ceja mientras la veo acercarse.

Ella me mira con seriedad.

—No quiero que te quemes de nuevo como la otra vez. Así que vas a ponerte esta crema solar ahora mismo.

—¡Pero estoy en la sombra! —protesto, tratando de esquivar su intento de aplicarme la crema.

Ella no acepta excusas y sigue adelante, embadurnándome con la maldita crema solar mientras yo me retuerzo incómodo.

—¡Bianca, en serio, estoy bien! —insisto, pero ella sigue aplicándola.

RED LOVE - CHARLES LECLERCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora