CAPITULO 13

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KALI

Mis pasos resuenan por la grava del estacionamiento del club nocturno de unos de los miembros del consejo una de las organizaciones formadas por cinco mafias para llevar los negocios en paz. Mi organización llegó a un acuerdo con ellos hace unos años. Ni ellos se metían en nuestros asuntos, ni nosotros nos metíamos en los suyos, pero al parecer estamos teniendo una mafia que ha roto el trato y debemos encargarnos de ello. Dejo que la sube brisa golpee mi rostro. Puedo sentir el olor del caos acercándose, las ganas de matar a alguien no las he perdido, y por mas que llevo una semana encerrada en las jaulas destrozando a todo aquel que ha intentado luchar conmigo la opresión y la ira que alberga mi pecho no se va.

Después de salir de aquella oficina donde Callahan me dijo todas aquellas palabras, me fui a las jaulas y me encerré por horas allí. Sergei quería regresar y matarlo, pero no lo dejé. El chico sigue siendo mío, y si alguien puede lastimarlo esa soy yo. Le pedí a Sergei que no le dijera nada de esto a mi padre, el hombre no razona cuando se trata de mi madre o de mi y solo seria poner una presa en su radar, no descansaría hasta destrozarlo y tampoco podía permitirlo. Como dije el chico es mi asunto. Sergei no estaba muy de acuerdo, pero no me importo. Las palabras que me dijo no voy a negar que dolieron, pero años de perfeccionar mis múltiples marcas no se lo dejé saber. Para ser sincera, nunca me ha importado lo que otros piensen de mí, soy lo que soy y con orgullo lo demuestro, no soy una hipócrita que va por la vida escondiendo su verdadero ser.

A menudo me dicen que es culpa de mi carácter si me encuentro sola, y que debo calmarme un poco, pienso que tienen razón, soy demasiado transparente en un mundo de hipócritas. Demasiado directa para los viven de mentiras. Detesto a los falsos amigos, que solo quieren llegar a mí por mi posición social o por mis conexiones, no voy a negar que me encanta el sexo, pero detesto los falsos amores, no tienes que decirme que soy grandiosa para intentar meterte en mis pantalones. Soy una persona que se encuentra muy a gusto y sin la compañía falsa. No la quiero. Mi familia nunca se avergonzado de ser lo que somos y yo no bajo la cabeza ante nadie, cuando quiero algo voy por ello, no me importa si tengo que lastimar o destruir a alguien para conseguirlo. Entonces no voy a comenzar a sentir vergüenza y culpa ahora por las palabras de un hombre, que quiere ser algo que no es, un cobarde que piensa que escapando de la vida su pasado no lo va a perseguir. Lo que mi leoncillo no sabe es el pasado siempre te persigue y no descansa hasta atraparte, no podemos negar lo que somos y de donde venimos, eso es una estupidez.

-¿Estas bien? – La profunda voz y el acento marcado de la voz de Sergei me saca de mis cavilaciones.

Como siempre se negó a dejarme venir sola, por mas que le ordene que esto era algo que debía hacer sola y que los miembros del consejo pidieron que así fuera, a veces pienso que me cuida demasiado, me trata como si fuera de cristal. No soy una princesa que espera que la vengan a rescatar, soy una jodida diosa, soy lo bastante buena en la lucha y bastante letal a la hora de la guerra.

-¿Por qué no estaría bien? – Arqueo mis cejas.

Sé a que se refiere, él escuchó las palabras de Callahan. Pude ver el odio y la ira en esos ojos negros cuando salí de aquella oficina.

Abre la boca para decir algo, pero vuelve y la cierra.

-No quiero que entres sola.

-Esto es algo que debo hacer sola – Recalco – Ellos tambien lo pidieron así, sabes que la mayoría de ellos, son magnates y empresario que manejan sus negocios bajo cuerda. Además, no me va a pasar nada, porque esto es una reunión para aliarnos y destruir al enemigo en común.

-Sigue sin gustarme la idea que entres sola – Gruñe el grandulón.

Resoplo y me llevo los dedos al puente de la nariz. Entiendo que he sido la princesa de mi casa por años, mi padre, mi tío y Sergei me cuidan demasiado, aun cuando saben que tengo la capacidad de derrotar un ejercito si me da un ataque de ira. Eso les quedó claro hace unos años, cuando estábamos en una de las misiones que mi madre suele hacer para rescatar a los niños que son usadas como mercancía de cambio o para ser vendidas a burdeles de poca monta.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora