CAPITULO 26

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CALL

Camino lo más rápido que puedo. Tengo esta absurda necesidad de verla, de saber si se encuentra bien, de regañarla por no cuidarse. Aunque sé que, si hago eso, me va a mandar a la mierda, porque así es ella. Así es mi pequeño demonio, un ser indomable, que le gusta vivir la vida al límite, que nunca se cohíbe, que siempre va en busca de lo que quiere.

Jesús estoy jodido.

Me negaba tanto a sentir algo por ella, que no me daba cuanta que me cautivo desde el primer momento en que la vi. Me importa una mierda si solo se acercó a mi para poder llegar a mi padre, me vale sus planes siempre y cuando eso me permita estar a mi lado.

Siento que camino kilómetros para poder llegar a la habitación donde se encuentra. Ignoro a todos lo que me lanza un saludo.

Necesito llegar a ella.

Maldita sea no voy a permitir que mi padre me quite esto también. Tendré que hablar con él. Hace mucho que no nos vemos cara a cara. He tratado de mantenerme lo mas alejado posible de su mundo, del caos que siempre lo rodea, y heme aquí, regresando del lugar que tanto quise huir solo para enfrentarme al hombre que tanto detesto por la mujer de la cual dije que no me podía enamorar.

Jesucristo. Estoy enamorado de Kali Darrend de nada vale seguir negándolo. Estoy rotunda y perdidamente enamorado de la mujer está cazando a cada Doyle como si fuéramos animales.

Llego a la puerta de la habitación y me detengo. Tomo una bocanada de aire, el corazón me late rápidamente que es como si tuviera una estampida de toros corriendo en mi pecho. Siento el nudo que se me forma en la garganta y se me dificulta respirar. Joder nunca había estado tan nervioso en mi vida por ir a ver una mujer.

¿Y si ya no le gusto?

¿Si me manda para el carajo nuevamente?

Joder todavía siento el dulce sabor de su coño en mi boca. Cada noche sueño con enterrarme profundamente en ella, por hacerla mía, sentirla bajo mi cuerpo, hacerla gritar mi nombre hasta que la garganta le quede en carne viva y todo el maldito Londres sepa que ella me pertenece.

¡Genial! Ahora estoy empalmado y cachondo lo que me faltaba.

Coloco mi mano en el pomo de la puerta, tomo un poco mas de aire y la giro. Entro a la habitación. Mi mirada rápidamente busca a la mujer de ojos grises que ha atormentado por algún tiempo mi cabeza.

Ella se encuentra allí, postrada en una cama. Tiene un cabestrillo en su hombro derecho. Varios golpes en su hermoso rostro, un pie vendado y está plácidamente dormida.

La ira se va acumulando en mi cuerpo y soy como una maldita bomba a punto de explotar. Esto se lo hizo mi padre. Puede que no esté en ese mundo, claramente lo odio y he huido toda mi vida de él, pero eso no significa que no tenga gente infiltrada en las filas de mi padre.

Me acerco con cautela hacia un lado de la cama. No le quito los ojos de encima, es como si mi cabeza pensara que si la pierdo de vista va a desaparecer. Tiene el cabello suelto, y las hebras oscuras se esparcen por toda la almohada. Se ve tan tranquila, como un ángel. Quien pensaría que la mujer es capaz de matar a alguien en segundo y no sentir ni siquiera un ápice de conciencia.

-Pronto podremos estar juntos, mi pequeño demonio – Musito – Ya me estoy encargando de ello. Cuando todo se solucione nada podrá impedirme que vaya por ti.

Hace unos días que puse un plan en marcha. Y cuando se me de el aval podre ir por ella, por mi mujer.

Levanto una de mis manos y poso las yemas de mis dedos en su rostro, lo acaricio con ternura.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora