CAPITULO 64

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AGUST

Entro a la habitación donde yace una de las personas mas importantes de mi vida. Observo como yace en esa camilla, el hombre que ha estado a mi lado la mayor parte de mi vida. La persona que me ha seguido sin trabas, nunca me ha juzgado y simplemente me ve y me acepta como lo que soy.

El puñal que me lanzaron en el pecho fue demasiado doloroso, escucharlo llamarme, y darme cuenta de que estaba bañado en sangre despertó cada uno de mis demonios, solo he sentido este nivel de ansiedad e impotencia una sola vez en mi vida, y juré que haría lo que fuera para no volver a sentir ese dolor de aquella vez. Sentía que su vida se me iba de las manos, que me estaban quitando una de las partes que conforma mi vida.

Quise matarlo y revivirlo al mismo tiempo. Camino hacia a un lado de su cama. Tiene la piel pálida, los ojos cerrados, los labios resecos, su pecho sube y baja en un ritmo constante. El cabello le cae en la frente y me recuerda al joven indefenso que encontré aquella tarde en las calles de Rusia, el joven al que le estaban quitando la razón de vivir.

Yo lo tomé bajo mi cuidado, curé cada una de sus heridas, le di de comer, todo como un pequeño animalito que encuentras indefenso, lo recoges y lo llevas a casa. Eso era para mi Travix, pero con el tiempo el maldito marginal de mierda se fue metiendo más en mi vida, ya no éramos dos personas, nos habíamos convertido en una sola.

Aprieto las manos en puños, la ira es un veneno que se esparce por todo mi torrente sanguíneo. Avivando las ganas de destruir el maldito mundo. La gente sigue pensando que puede quitarle a una bestia sus juguetes, sigue pensando que pueden atentar contra las cosas que le pertenece a un demonio, y que nada va a suceder.

Tomo el suero, saco la jeringa que llevo en mis pantalones y le inyecto el suero que hace poco me dio Violet. Recordar que si me demoro un poco más en entrar a esa sala de operación el maldito hubiera muerto. Los médicos no sabían lo que estaban haciendo. Así que me tocó hacerme cargo de la situación, no antes encargarme de dejar claro que el que trabaja para Agust lo tiene que hacer con perfección. Maté a cada uno de los inútiles que antes de ayudar a traer a la vida a este imbécil, lo estaban mandando con san pedro.

Unos minutos más y Travix no la cuenta y todo porque la perra que tiene como esposa. Odio a esa mujer, detesto que el marginal la tenga a su lado, pero con el tiempo he aprendido a tolerar su presencia porque aquella vez que intenté hacer algo en su contra casi pierdo a mi mejor amigo. No soy el único que también ha intentado deshacerse de ella, conozco a una mujer, que aun a pesar de que tiene su obsesión no ha dejado de cuidar al marginal.

Cada vez que alguno intentaba algo en contra de Alexa, Travix se enteraba vaya a saber el diablo como y lo impedida. Casi lo pierdo así que simplemente dejé de intentar matarla. No antes dejándole claro que, si le permitía seguir con vida, no era porque soy buena persona, era porque sabía la importancia que ella tiene en la vida de las dos personas mas importantes en mi vida.

Travix comienza a moverse. Primero un leve estremecimiento, luego un jadeo suave. Sus ojos, todavía pesados, luchan por abrirse mientras el dolor lo recibe en su primer día de regreso a la vida.

—¿Qué mierda...? —su voz suena rasposa, como si hubiera pasado días tragando grava—. Ni en el infierno puedo deshacerme de ti, ¿eh?

Ladeo la cabeza, frunzo el ceño. ¿Este hijo de perra está de broma? ¿Sabe lo que tuve que hacer para traerlo de vuelta? Maté a medio personal médico, cerré una manzana entera, evacué seis pisos y casi se me cae el cielo en la cabeza. ¿Y así es como me paga?

—Quiero quejarme —sigue con la estupidez—. Tráiganme a Lucifer, ¡quiero que me cambien de habitación! No pienso compartir la eternidad contigo.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora