CAPITULO 16

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KALI

Dejo que toda la rabia y la ira que ha estado envenenando mi cuerpo se apodere de cada uno de mis movimientos. Lanzo el primer golpe tan rápido que mi oponente no logra esquivarlo, sonrío de medio lado, aprovecho la distracción y lazo un gancho que le da en el pómulo izquierdo, un hilo de sangre brota de su labio, y la cabeza se echa hacia atrás, no pierdo oportunidad y me voy contra él. Esquivo cada golpe que me lanza, y por cada golpe que intenta darme, yo lo esquivo y le regreso uno. La adrenalina invade mi torrente sanguíneo, las gotas de sudor recorren mi rostro, la respiración se me acelera, el corazón es como un tambor que cada vez late mas fuerte.

Necesito sacar la frustración y la ira que me envenena. Desde aquella noche que vi a mi leoncillo, los pensamientos de querer tenerlo postrado a mis pies, es como una daga que me envenena. Consume cada uno de mis pensamientos, se está convirtiendo en una necesidad. No voy a negar que me llenó de satisfacción la forma en la que me besaba, la manera en la que me miraba, la forma en la que me deseaba, pero no es suficiente. Quiero más, mucho mas de él.

Quiero ser su obsesión, asi como él es la mía.

Quiero que me desee a tal punto que yo sea la única persona que él necesite en su vida para vivir.

Quiero invadir cada parte de su alma, sus pensamientos y su corazón.

Quiero ser ese veneno que lo consume cada día, pero aun sabiendo que es dañino y toxico, no quiera dejarlo, si no que cada día lo ansíe más.

Quiero ser el centro de su vida.

Él dice que soy una mujer por la que no vale la pena perderlo todo, que soy una villana en su historia, una que ha llegado a destruir por completo todo su perfecto mundo. Si supuestamente soy una villana en su jodida historia, seré la villana mas memorable que haya conocido, si me toca ser la mala, en la historia, seré la peor, dejaré marcas en su vida que nunca logrará borrar.

Doy otro golpe y siento como el hueso de la nariz se rompe. No le doy tiempo de reaccionar, golpeo y golpeo, esquivo y vuelvo y ataco. Como no hay reglas en las jaulas, en un rápido movimiento saco la daga que tengo en mi bota de combate. Percibo el golpe que va dirigido a mi rostro, lo esquivo, me agacho y empuño la daga y se la entierro en su costado derecho, hago presión, y retuerzo mi agarre, el líquido carmesí comienza a salir a borbotones, manchando mis manos.

Es el color mas bonito que existe. El rojo de la sangre hace que cada partícula de mi vibre.

Veo como el hombre que lleva unos 3 minutos luchando conmigo se retuerce del dolor, y aprovecho para acercarme y clavarle la daga en uno de sus ojos, hago tanta presión que el glóbulo ocular sale cuando retiro la hoja filosa. Sigo atacado, sigo cortando, sigo dejándome llevar por el demonio que llevo dentro. Decido dar el golpe final, y le clavo la daga en la parte inferior de su barbilla, hago un corte desde allí hasta su pelvis. Él hombre cae de rodillas y yo me alejo para admirar lo que he hecho.

-Debes dejar de venir aquí – Una voz áspera por el consumo de nicotina me habla desde atrás – Eres igual que tu padre, y si siguen asi, me van a dejar sin buenos peleadores.

Me trueno el cuello y me giro, para ver al hombre de unos 60 y tantos años, calvo y de aspecto degradado y viejo mirarme con el ceño fruncido.

-Debes conseguir mejores peleadores entonces – Me limpio las manos en los pantalones cargos negros que llevo puestos.

-Ese es... - Se interrumpe y mira al hombre que yace en el suelo sucio, en un charco de sangre – Era, uno de mis mejores luchadores. Lo has derribado en menos de cinco minutos, como todos los otros tres con los que has peleado esta semana.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora