CAPITULO 25

317 46 22
                                    

CALL

El sonido de una mujer sollozando llega a mis oídos, tengo los ojos cerrados, todo el cuerpo me duele. Aun no me puedo mover, después de la paliza que me dio mi padre por no poder matar al perro que me había comprado. Nunca debí creerle que me dejaría tener una mascota. Nunca debí encariñarme con ese maldito perro, tendría que haber aprendido que nunca obtengo lo que realmente quiero.

Mi padre se ha encargado de quitarme cada cosa que anhelo. Me engaña cada día, dice que puedo tenerlas para luego manipularme y obtener lo que espera de mi. Me dice que la vida te da y así mismo te quita y que tienes que estas preparado para ello, que el ser el heredero de su imperio, no puedo sentir emociones, ni desarrollar apegos a algo, dado que eso sería una debilidad que no puedo tener.

Realmente lo oído.

Intento moverme un poco más, pero me duele mucho mi costado derecho, creo que ahora si me rompió una costilla, pero me negué, a seguirme el juego, no iba a permitir que me siguiera manipulando, no iba a dejar que le quitara la vida a un ser inocente. El animal no tuvo la culpa de llegar a mi vida y de que yo me encariñara con él.

El sollozo se hizo mas fuerte, era un llanto desolador, y no tenia que ser muy ingenioso para saber de donde venia. Tenia que ser mi madre, una vez mas estaba llorando por mi padre. No la culpaba ella también es victima del bastardo que tengo por papá.

Quiero llegar a ella, pero los parpados me pesan. Tuvieron que darme un sedante porque mi padre dio la orden de que no llamaran a un médico. Se divirtió tanto implementando su castigo en mí, que llegó el punto en que mi mente quedó en blanco, mi cabeza solo era un pozo oscuro y no recuerdo nada.

La puerta de mi cuarto se abre, mi cuerpo se tensa y me quedo inmóvil. No quiero que sepan que ya estoy despierto, eso sería peor. Como cada noche unos suaves y débiles pasos se acerca a un lado de mi cama. Una delicada mano se posa en mi rostro.

-Solo quiero que me perdones – La dulce voz de mi madre golpea mi pecho como un mazo – Nunca quise traerte a este mundo olvidado por Dios. Quería una vida mejor para ti. No me voy a disculpar por ser tan egoísta y no dejarte morir, eres mi rayito de sol, por eso es por lo que he tomado está decisión.

No sé de que habla, pero sigo con los ojos cerrados y intento no moverme. Me duele ver como la vida se le está yendo, como cada día se apaga un poco más, como lucha por mantenerse fuerte ante mí, pero cada noche, cuando mi padre la muele a golpes y se va con alguna puta ella llorar hasta secarse.

-Nunca olvides que todo lo que hago es por ti – Solloza – Cada maldita cosa. No podemos seguir viviendo con la zozobra que en algún momento él ya no, nos necesitará y pueda acabar con nuestra vida.

Su suave caricia en mi cabello es como una delicada brisa. No la culpo, nunca la culparía si algún día decidiera escapar. Dado que yo también me muero por hacerlo.

-Aven – Grita mi padre - ¿Dónde mierdas estas?

Siento como el cuerpo de mi madre se tensa y comienza a temblar. Otra vez volvemos a mi pesadilla de cada noche.

-Espero que no despierte y que todo esto termine pronto – Acerca sus labios a mi frente y me da un dulce beso en la coronilla – Nunca olvides que te amo mucho mo ghrian beag.

Siento como se aleja y yo me fuerzo a moverme. Quisiera crecer, ser mas grande y poder salvarla, poder defenderla, pero ¿Qué puede hacer un niño de 10 años contra su padre?

-Solo déjame encargarme a mi – Una voz sardónica se escucha en mi habitación – Solo déjame ser yo quien acabe con él.

Esa misma voz es la que cada vez que mi padre me golpea resuena en mi cabeza, pero como cada vez que habla lo ignoro. No puedo. Simplemente no puedo dejar que haga algo.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora