CAPITULO 66

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KALI

Antes de que pueda procesar lo que acaba de decir, Death se mueve con una rapidez que me deja sin aliento. En un solo y fluido movimiento, se levanta y me gira, dejándome inclinada hacia la cama. Mis rodillas se hunden en el colchón mientras mis manos se aferran a las sábanas. Puedo sentir la cremallera de sus pantalones abrirse con ese sonido metálico que anticipa lo que está por venir, y sin ningún aviso, me embiste con una fuerza que me arranca un grito gutural.

Su miembro duro y grueso me llena por completo, entrando en mí de golpe, sin espacio para prepararme, pero el dolor mezclado con el placer es una droga de la que no quiero escapar. Me toma del cabello, envolviéndolo en su puño, y usa esa presión como palanca mientras sigue embistiéndome sin piedad, cada estocada más salvaje que la anterior.

—Dios... —jadeo, perdida en el éxtasis brutal que está desgarrando mi cuerpo.

—No es Dios —gruñe entre dientes, con la voz cargada de poder—. Es la muerte quien te está follando, ¿lo sientes? —Su agarre en mi cabello se vuelve más fuerte, y sus embestidas más rápidas, más profundas, llevándome al límite.

Mi cuerpo responde a él como si le perteneciera por completo. Con cada estocada, siento cómo me empuja más cerca del borde, su brutalidad solo intensifica el placer que corre por mi sangre.

Uno de sus brazos se desliza hacia adelante, y su mano encuentra mi montículo de carne. Su dedo se enreda con el piercing que adorna mi clítoris, tirando suavemente, jugueteando con él mientras sigue embistiéndome con la misma intensidad salvaje. El dolor se mezcla con el placer, haciendo que todo dentro de mí se desmorone de la manera más deliciosa posible.

—Mira cómo te deshaces por mí —gruñe entre embestidas, su voz temblando de pura lujuria—. ¿Sientes lo bien que te follo? Este coño es mío, nena. Solo mío.

Cada palabra suya es como un latigazo de placer. Mi cuerpo reacciona por instinto, y mi interior se contrae alrededor de él, apretando con cada embestida, mientras su mano sigue tirando de mi piercing, jugando con él de la forma más deliciosa y tortuosa.

—Sí, Death —grito, mi voz rota por el placer intenso que atraviesa todo mi cuerpo—. ¡Fóllame más duro!

Y él lo hace, con una brutalidad que me deja sin aliento. Las embestidas son rápidas, profundas, cada una me lleva más cerca del clímax, hasta que siento que no puedo más. Mi cuerpo tiembla, mis manos se aferran desesperadamente a las sábanas mientras mis piernas comienzan a ceder bajo la presión. Estoy a punto de romperme, pero justo cuando creo que voy a desmoronarme, él tira de mi cabello con más fuerza, obligándome a arquear la espalda mientras el clímax me destroza con una fuerza devastadora.

Mi grito llena la habitación, mientras mi cuerpo entero se rinde bajo su control. Cada músculo se contrae, y el placer es tan intenso que apenas puedo soportarlo.

Death no se detiene. Cada embestida es más profunda, más salvaje, como si estuviera decidido a marcarme desde dentro. Su respiración es pesada y errática, cada jadeo suyo mezclándose con los míos, mientras mi cuerpo se rinde completamente a él. Estoy agotada, pero más viva que nunca, y en ese momento, me siento completamente suya.

—Mira cómo este hermoso coño soporta mi gran polla —gruñe entre jadeos, su voz ronca, cargada de deseo—. Joder, bebé. Me soportas tan bien.

Sus palabras son como un veneno dulce que se infiltra en mis venas, haciendo que mi cuerpo responda con una necesidad voraz. Aunque siento que me está partiendo en dos, solo quiero más. El placer es tan abrumador, tan devastador, que apenas puedo pensar en otra cosa que no sea él, su cuerpo, y el poder que tiene sobre mí.

THE PRINCESS OF THE DEATHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora