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A veces se sentía culpable de utilizar a Miyeon como tapadera de su verdadera relación. Pero él no podía echar a perder su carrera que recién despegaba por algo que él no elegía ser del todo, y eso era tan abrumador, vivir en un país conservador que le cerraba las puertas a cualquier persona relativamente "distinta", donde por culpa de la sociedad tenía que usar a la gente para su propio bienestar. Su novia se veía enamorada, aún así estuviese consciente de que su madre le pagaba una fortuna a cambio de fingir una relación pública con él, y ocultar su verdadera relación con su novio Hyungwon, que para colmo, era unos cinco años mayor que él.

Él jamás quiso ser modelo. Jamás quiso exponer su cuerpo a terceros, someterse a dietas extremas, a ejercicios rutinarios, a cosas que él no quería. Su madre era una mujer enferma y su única ilusión era ver a su hijo cumplir su sueño, era la única forma de sentirse realizada, de sentirse buena madre. Y la ilusión de él, era ver una sonrisa en el rostro de su madre, el tiempo que le quedará, Soobin la complacería. Aunque después de ganar sus primeros centavos se haya vuelto una arrogante, él la amaba. Y sabía que había metido la pata al enamorarse de un hombre, y mayor, su madre no tuvo más remedio que usar a una pobre mujer que recién estaba empezando a ver la vida y sentir amor para tapar los "defectos" de su hijo e impedir que estropeará su propia carrera y que la gente le cerrará las puertas y dejarán de darle contratos.

Soobin por su parte, tenía que actuar ante las cámaras como un joven hegemónico y heterosexual, con una carrera espléndida que alababa su belleza, su carisma y su juventud, modelando para las mejores marcas del mercado, teniendo los contactos más prestigiosos que otros aprendices envidiaban. Soobin lo tenía todo.

Menos su libertad.

Como buen novio que era, tenía que cumplir los caprichos de Miyeon, pues ella también tenía en su poder el hablar y exponer toda la verdad sobre que estaba siendo una tapadera de una relación homosexual, de protagonista, Choi Soobin, el modelo más vendido en los últimos meses. Tenía el arma de destruir su carrera con solo abrir la boca ante una cámara, y aunque era lo que más anhelaba en la vida, su deseo de ver feliz a su madre sobrepasaba todas las barreras de su amor propio. Esta vez, ella tenía la ilusión de ver a un grupo de drogadictos tocar en el centro, evidentemente tenía que acompañarla y pelear por un autógrafo del vocalista, todos lo conocían, no podían negarselo.

Para su mala suerte, Miyeon se fracturó la pierna un día antes del concierto.

Pero él ya había pedido el día libre en su agencia, los boletos ya estaban en sus manos, no podía desecharlos así como así. Su novia tenía una cuidadora propia, tampoco es como que le gustará pasar mucho tiempo con ella, tuvo la idea de invitar a Hyungwon, pero no podía, últimamente había venido poniéndole excusas para no verle, y claro que empatizaba con él, no era lindo que tu novio oculte su relación y que en su lugar, se revuelque con una mujer frente a las cámaras simplemente para monetizar. Claro que lo entendía. Así que optó por ir solo, había escuchado algunas canciones de la banda, sin embargo, no era fan, quizá sólo oyente casual. El ambiente no estaba mal, había bebidas gratis, eso le gustaba, sabía que todos los adolescentes ahí se preocuparían más por desgastar sus gargantas en cantar y gritar toda la noche que en beber.

Los chicos eran buenos, gracias a Miyeon podía identificar un par de canciones en toda su setlist y llegar a disfrutar un poco del concierto tarareando las letras que reconocía, le gustaba la voz del vocalista de cabello de colores dudosos entre rubio platinado y verde menta, era demasiado alocado, como el típico grupo de amigos que salen del bachillerato en búsqueda de el sueño relativamente más fácil de todo el mundo, solamente tenían que tener talento y alguien que impulsará sus carreras, apostaba que les iba bien económicamente.

Y sobre todo, se veía en sus rostros que disfrutaban su trabajo, que más que uno, lo veían como lo cotidiano, de una forma que ellos lo disfrutarán. No se les veía deprimidos y reprimidos como a él en su trabajo. Ellos vivían en el escenario divirtiéndose como grandes amigos más que compañeros, quizá como familia, contagiando de energía a todos sus fanáticos. Bailando, cantando, saltando, gritando, todo era realmente eufórico. La vibra le agradaba.

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