Capítulo 19 - Escapada

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Cuando nuestros ojos se encuentran, experimento un recordatorio de cuánto nos amábamos.

Me acerco a él y me dejo envolver entre sus brazos.

Desesperados nos despojamos de la ropa.

Bajo las sábanas, nos fundimos en una íntima unión. Nuestros cuerpos encajan a la perfección, como si estuvieran hechos el uno para el otro.

Con cada suspiro, cada gemido de placer, me hace sentir que el tiempo se detiene y me pierdo en el éxtasis.

En este momento somos uno solo, unidos por el fuerte lazo que nos unió desde que nos conocimos.

Soy suya otra vez, y no me arrepiento de eso.

Apenas va a amanecer y ya me encuentro despierta, acostada en la cama con la mirada perdida.

Tengo a Benjamín a mi lado y sigue dormido.

El silencio me envuelve en su melancolía.

Después de un par de horas de reflexión, llego a una firme decisión. Una decisión que no fue sencilla de tomar, pero sé que es la correcta.

Él se despierta y lo primero que hace es darme un beso, tal como lo hacía en nuestros mejores días.

—Benjamín —comienzo a hablarle segura—. Sé que las cosas han salido mal estos meses.

De pronto, siento su mirada fija sobre mí.

—Pero también creo que todavía nos queremos —continúo.

—Yo te amo —interviene apresurado, asistiendo.

No tiene idea de lo mucho que adoro la cara que hace cuando está asustado.

—¿Vale la pena luchar por nuestro matrimonio? —lo cuestiono. Tengo la necesidad de conocer su opinión.

—Maya... —susurra, su voz suena llena de emoción contenida—. Vale toda la pena.

Lo observo un instante. Me parece que luce tan guapo así, al natural y en su momento más vulnerable.

—Quiero darte una segunda oportunidad... Una de verdad —aclaro. No más intercambios ni fiestas especiales—. Quiero trabajar en nosotros, porque lo que tenemos es especial y único.

Benjamín se inclina hacia mí y me toma ambas manos.

—Gracias, mi amor —murmura conmovido con cierta prisa—. Te prometo que haré todo lo posible para demostrarte que puedo ser el hombre que mereces.

«Ya lo eras», pienso y un pinchazo en el pecho me ataca. No debo dejar que me controle la rabia.

El silencio se prolonga mientras nos estrechamos.

Experimento un destello de esperanza. Aunque el camino hacia la reconciliación sea complicado, estaremos juntos, listos para enfrentar las dificultades que vengan. Lo único importante es tener disposición.

Hoy a la hora de la cena, Benjamín se muestra sonriente y a veces me lanza miraditas.

Las niñas, al darse cuenta, chismorrean emocionadas entre ellas.

Es tan bello verlas contentas.

—Cariño —dice Benjamín, una vez que terminamos y las gemelas se han retirado de la mesa—, prepara las maletas, nos vamos de viaje a Dublín.

Mis ojos se abren más por la impresión.

No recuerdo cuando fue la última vez que él se tomó unos días para dedicárnoslos sin tener que estar pegado a la computadora o al celular.

Detrás de las Puertas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora