Por la mañana las gemelas no me dirigen la palabra desde que las despierto hasta que las dejo en la escuela. Seguro ya suponen que corrí a su padre. Tengo que prepararme para lo que viene con ellas.
Me dispongo a retirarme de la escuela, aunque doy un par de vistazos para ver si encuentro a Sergio.
Conduzco yo porque para lo que voy a hacer necesito privacidad.
Es hora de ir con el abogado.
Aaron dijo que llegaría por su parte, así que me dirijo a la ubicación que tuvo la cortesía de compartirme.
Demoro casi una hora en llegar.
Antes de entrar, me echo otro vistazo en la ventana de mi auto. Elegí una blusa blanca sencilla con mangas de tres cuartos y una falda negra en forma de campana que llega más debajo de las rodillas. Traigo el cabello recogido. Parezco oficinista, pero es mejor dar una impresión de seriedad.
En el piso donde se encuentra la oficina del abogado Carlos Luján dominan los colores oscuros y huele a sándalo. Aspiro lento la fragancia dulce, es agradable...
Cargo una carpeta rosa con el acta de matrimonio. La observo de reojo. Duele recordar cuántas ilusiones tenía cuando la firmé. En aquellos tiempos creí que jamás tendría que romper mis promesas, y ahora... todo se destruyó.
Mi cuñado llega dos minutos después que yo.
De inmediato se aproxima a mí. Viene vestido con un traje sastre gris y trae un portafolio.
—Ten confianza. Carlos es uno de los mejores abogados —vuelve a repetir—. No tienes por qué preocuparte.
Nos acercamos juntos a la secretaria. Es anciana, tiene el cabello blanco bien rizado y muestra un semblante amigable.
—Tenemos una cita con el señor Luján —comenta Aaron.
La secretaria se acomoda las gafas.
—Claro, déjenme revisar —responde la señora. Todavía usa una agenda escrita a mano. No demora en asentir—. Por favor, tomen asiento, el licenciado los recibirá en unos minutos. —Luego levanta la bocina del teléfono alambrado.
Vamos hacia la pequeña salita de piel color marrón.
Jugueteo con un aro de oro que traigo puesto y me trueno uno a uno los dedos.
—No sé si puedo hacer esto —confieso cabizbaja—. Este divorcio está arruinando mi vida.
El hecho de que dude incluso en un lugar así lo empeora todo.
Aaron coloca su mano sobre mi hombro.
—Alisha ya me contó lo que Benjamín le hizo. No hay nada que arregle un matrimonio así. —Niega con la cabeza—. Él ya no tiene respeto por nada ni nadie.
Se me cae la cara de vergüenza cuando me entero de que mi hermana se atrevió a confesarle lo que pasó con el infeliz de mi marido.
En ese momento, el abogado Luján sale de su oficina. Primero saluda a Aaron. Me alivia comprobar que se conocen. Después se dirige a mí con un educado apretón de manos.
—Usted debe ser la señora Rivera. Gracias por venir. Por favor, pasen. —Extiende el brazo hacia su oficina.
Llama mi atención que en la pared están colgados varios amuletos. Es raro que un hombre que se dedica a ese oficio sea supersticioso.
En medio hay un gran escritorio de madera y a los lados dos estanterías llenas de libros.
El aroma a sándalo es todavía más intenso allí.
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Detrás de las Puertas ©
RomanceMaya y Benjamín parecían tener el matrimonio ideal. Sin embargo, la ilusión se desmorona cuando Maya descubre por accidente la traición de su esposo. Decidida a dar un giro radical a su vida y con la ayuda del esposo de una de sus amigas, Maya se su...