Capítulo 7 - Filtro

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Pienso por un par de días en el consejo de Cecilia. Al final, opto por acceder a él. Por eso, encontrarme con Mabel se ha vuelto recurrente. Ella y su esposo tienen solo un hijo varón de diez años que se quedó en Argentina a terminar el año escolar. Vive con sus abuelos paternos, así que mi amiga considera que se quedó más que bien cuidado. Los padres de Sergio lo adoran.

Luego de una semana de compras, cafecitos y citas con un cirujano que le recomendaron, ya cuento con bastante información de ella y su secreta, ni tan secreta, práctica sexual.

Resulta que su situación financiera en Buenos Aires fue en picada, por eso tuvieron que recurrir al negocio de la familia de Mabel. Los Mora cuentan con el 70% de acciones de un grupo tequilero grande. La parte que le corresponde a mi amiga la administraba uno de sus primos, pero con su regreso eso cambió. El orgulloso de su esposo se resistía a venir a México, pero la crisis económica de su país fue demasiado lejos. Si quieren seguir manteniendo su estilo de vida, será necesario adaptarse a los cambios.

Son más de las cinco de la tarde. Mabel y yo esperamos el turno en el spa para que nos den un merecido masaje.

Ambas traemos batas blancas que se sienten cómodas. Detrás de la banca donde aguardamos hay una fuente de agua que empieza desde el techo y cuenta con luces decorativas. El sonido que produce es relajante.

En realidad, estoy a gusto conviviendo con mi antigua amiga. Me ayuda a dejar de lado los problemas en casa.

Lo que logro ver de Mabel, gracias a la bata que se abre con su cruzado de piernas, es un cuerpo cuidado e igual de bronceado.

Sentirme en confianza sirve para soltar la pregunta que demoré en hacer:

—Y entonces, ¿cuéntame de las fiestas a las que vas con Sergio? Yo solo fui a la de los chilenos porque Ceci me invitó. —Por primera vez me atrevo a ser sincera.

—Oh, ¡¿Cecilia Zeyta?! —Su nariz arrugada me confirma que mi querida amiga no la ha visitado todavía—. No me sorprende. La recuerdo, era muy... efusiva. Me cae bien. Deberías decirle que venga con nosotras. —Se ríe al terminar y luce sincera.

Su reacción comprueba que a ella sí le agrada Ceci.

Si supiera...

—Sobre las reuniones swingers, sí, nos gusta ir de vez en cuando. En Buenos Aires ya teníamos nuestro club favorito, pero aquí no encontramos uno que nos convenza. —Inclina su cabeza hacia mí—. Sergio está pensando en organizar uno a su manera.

—¿Quiere hacer un club de intercambio de parejas? —eso lo digo susurrante y sé que mis ojos se abren de más.

Mabel responde con el tono de voz normal:

—No solo intercambio, también irían singles. —Me da un golpecito con su hombro—, por si Benjamín no quiere ir.

Aborrezco estar tan perdida. Me gustaría más entender lo que cuenta.

—¿Qué es un single? —pregunto avergonzada.

Mi amiga sonríe y me observa fijo.

—Si en serio te interesa saber más, estás invitada a nuestra primera reunión. —Hace ademanes como reverenciando—. Yo te confirmo cuándo será. Todavía falta organizar todo.

¡No es momento de echarme para atrás!

—Sí, sí, estaría bien —me obligo a decir.

Aun no sé si Mabel es una persona que sabe quedarse callada.

Respiro aliviada cuando veo que el masajista llegó.

Nos tocó un caballero. En otros tiempos pediría cambio para no incomodar a mi esposo, pero ya no me interesa.

Detrás de las Puertas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora