Cuando llego a casa, Benjamín no se aparece ni cerca de mi recámara.
Sé que él no me dirá nada de lo que pasó en la reunión.
A diferencia de las otras reuniones, esta vez él se porta distante conmigo. Incluso me atrevo a decir que parece molesto. Si de verdad estuvo en una orgía, me parece hipócrita de su parte que se comporte así.
Quizá la intervención histriónica de Sergio Ferrero hirió su orgullo. Después de todo, Sergio es un hombre que podría intimidar a otros caballeros por la confianza que muestra.
No hay tiempo que perder. Dos días después le escribo a Julia para invitarla a tomar un café. También invito a Ceci. Ella ya sabe de mis intenciones, además, es muy buena conversando con los demás. Le vendrá bien tener una nueva amiga.
Cito a las dos por la tarde en una cafetería de Polanco a la que suelo ir seguido. Ceci ya la conoce. Sirven allí un excelente café, ellos mismos lo cultivan y puedes elegir entre una amplia variedad de granos y modos de preparación. El lugar me fascina. Su ambiente sofisticado está inspirado en la tierra. Los tonos cremas y marrones dan una sensación de hogar acogedora. Busco que Julia se sienta lo más cómoda posible.
Soy la primera en llegar, y dos minutos más tarde llega Cecilia. A Julia la esperamos cerca de veinte minutos.
Se aparece con unas grandes gafas de sol y tiene pinta de desvelada.
—Creí que no vendrías —le digo, después de saludarnos de beso en la mejilla.
—Por ningún motivo faltaría, guapa. Lo que pasa es que ayer tuvimos una party que se prolongó.
Vaya, por lo visto esta mujer lo único que conoce es andar de fiesta.
Ceci gira a verme y sé que está interesada en saber por qué Julia me habla con esa confianza.
Después le contaré que por poco y hacemos un cuarteto con ella y su novio.
Cada una pide una taza de café. Yo ordeno varias tartas para compartir.
Primero hablamos poco, pero conforme avanza la tarde, Julia se va soltando. Nos cuenta sobre sus amoríos que, narra orgullosa, han sido muchos.
También compartimos historias graciosas. Cecilia es la experta en eso. A ella le gusta hacer reír a los demás, y lo hace bien.
Después de más de dos horas de conversación, Julia propone continuarla en un departamento que tiene solo para ella.
—Hay un montón de alcohol allí —dice entusiasmada—. Y una cama grande. —Sonríe pícara.
Lo medito un instante. Ir a un departamento las tres solas suena arriesgado, más por los intereses de Julia. Al final, decido que será para otra ocasión... quizá.
—Si quieren tomar unos drinks —intervengo animada—, aquí adelante hay una terraza trendy que nos encanta, ¿verdad, amiga? —me dirijo a Ceci.
Ella confirma efusiva e invita a Julia a ir.
Creo que el café fue demasiado formal para llevar a cabo mis planes.
No hay mucha distancia entre ambos establecimientos, pero cada una llevó su automóvil, así que tenemos que moverlos también.
Una vez allí, le pedimos al mesero un lugar privado en la parte de arriba. Le doy una propina previa para que sea generoso.
El muchacho nos lleva hasta una mesa alejada de las demás y pone un biombo de madera a un costado.
A pesar de ser miércoles, observo que hay gente bebiendo y disfrutando de la noche. Pero como es un restaurante bar, la música es moderada.
Sin preguntarles a las chicas, pido una ronda de cosmopolitan.
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Detrás de las Puertas ©
RomanceMaya y Benjamín parecían tener el matrimonio ideal. Sin embargo, la ilusión se desmorona cuando Maya descubre por accidente la traición de su esposo. Decidida a dar un giro radical a su vida y con la ayuda del esposo de una de sus amigas, Maya se su...