Capítulo 37 - Decepción

37 2 0
                                    

—Vamos a mi cuarto —lo invito.

Él da un vistazo rápido.

—Preferiría una mesa o escritorio.

—Tengo un escritorio adentro —Entrecierro los ojos.

Sergio se encoje de hombros.

—Te sigo.

Mientras avanzo, voy decidiendo si es buena idea volver a abrirle las piernas.

Lo dejaré a la suerte. Si el momento se da, quizá...

Sergio acomoda los libros a un lado de lo que ya tengo de material con el que según estudio.

Media hora después solo escucho el sonido del lápiz rasgando el papel.

Mi nuevo profesor privado está sentado en la silla a mi costado, con el cuaderno abierto. Me explica una fórmula de álgebra.

Por más que trato de concentrarme, hasta las venas de su cuello me distraen.

—Entonces, si tomamos "x" como el valor de... —Se pausa—. Perdona, ¿me estás siguiendo?

Finjo que sí.

—Claro... aunque... —Muerdo un poco el lápiz que no he usado—, creo que me perdí un poco en esa parte.

Me inclino un poco más cerca y alargo el brazo para señalar una parte del cuaderno.

El roce "accidental" de manos le provoca a él un pequeño sobresalto.

Contemplo el lugar donde nos hemos tocado. Fue sutil y a la vez electrizante.

¡Como aborrezco que lo haya echado todo a perder! La pasábamos tan bien...

Sergio carraspea. Supongo que intenta romper con el momento que estuve deseando que llegara.

—Entonces. —Señala el cuaderno—, aquí tenemos que aislar la "x".

No importa cuánto se empeñe en enseñarme, lo que acapara mi atención es su cara concentrada. No, no es el tipo de hombre en extremo guapo, de los que son tan perfectos, pero tiene una personalidad atrayente inesperada, y una dualidad que sorprende por lo antónima que es.

—¿Cómo es que sabes tanto? —le pregunto curiosa.

—Tuve una empresa farmacéutica. Trabajábamos en modelado de procesos biológicos y análisis de datos clínicos. Hice una maestría en Southern New Hampshire University.

—¿Cuánto tiempo viviste en Estados Unidos?

—Ninguno. La hice en línea. —Ladea la cabeza—. Deberías hacer lo mismo. ¿O planeas empezar a dirigir tu empresa hasta que termines la licenciatura presencial?

—No lo había pensado...

—La escuela tradicional te va a quitar demasiado tiempo. Revisa las ofertas en línea.

—¿Podrías recomendarme alguna? —Recargo el codo en el escritorio y me giro hacia él.

Sergio asiente y comienza a listarlas, hasta se ofrece a ayudarme a pasar el examen, pero no me aprendo el nombre de ninguna escuela. Los recuerdos de la primera vez que estuvimos juntos vuelven más intensos.

Después de su efusiva explicación de oferta escolar, vuelve al cuaderno.

Para ese punto, él ya ha notado mi estado, lo sé. El leve temblor en sus dedos al girar la página del cuaderno lo delata.

¿Pero qué le pasa? Le di ya todas las señales para que deje eso del álgebra y vayamos directo a la física. Hoy ningún hombre tiene ganas de coger, por lo que veo.

Detrás de las Puertas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora