Capítulo 29 - Doble

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Hoy es mi cumpleaños. De regalo me obsequié la ficha para la universidad. No le di más vueltas al asunto y lo hice, puse mi nombre. Ya solo queda esperar al examen de admisión.

Por más que les dije a mis padres que no haría fiesta, ellos organizaron una pequeña celebración en su casa. No estoy de ánimos para eventos grandes y lo que conlleva, incluidas las preguntas de los invitados. Aun así, tuve que aceptar. Ahora me encuentro preparándome para la comida. Decidí ponerme un vestido blanco de tirantes que tiene en la falda tres capas de olanes. Una peineta de oro blanco y diamantes en forma de flor luce en mi cabello. Es el momento ideal para presumir lo que tengo, aunque me lo haya regalado mi querido esposo.

Al llegar veo cuatro mesas largas que están puesta en el jardín, decoradas con arreglos florales y altas velas. Calculo que caben unas cincuenta personas.

Respiro lento. Ya no hay forma de escapar.

Espero que a ninguno se le ocurra interrogarme de más sobre Benjamín. Diré que salió de viaje y ya.

Él sigue sin responder ni aparecerse por la casa. Sé que habla con las niñas por WhatsApp, por eso les reviso sus conversaciones de manera frecuente. Hasta ahora no he encontrado nada inusual. Ojalá ellas supieran que su padre les está limitando el dinero. Tiene en su poder nuestras cuentas. Lo que yo gano de las acciones no alcanzará si los gastos siguen aumentando así.

¡Debo dejar de pensar en Benjamín y disfrutar mi fiesta! Él no me echará a perder esto.

Llegan primos, tíos, allegados de mis padres, mi hermana con su familia, y después descubro que Cecilia y su esposo también fueron invitados. Eso es bueno. Por lo menos tendré con quien charlar.

Alisha solo me felicita y se aleja. Todavía sigue molesta.

El murmullo de las conversaciones llena el ambiente. Me siento rodeada de afecto. Hasta mis padres se comportan cariñosos.

La música de fondo es agradable. Contrataron a un talentoso saxofonista.

De pronto, mis hijas interrumpen con una bandeja que tiene un pastel glaseado de chocolate blanco, adornado con rosas de azúcar hechas a mano y hojas color oro comestible.

Todos comienzan a cantar "Feliz Cumpleaños" en coro.

Después de apagar las velas y pedir un deseo, en el que ruego que todo se resuelva a mi favor, recibo regalos y tarjetas amorosas.

Es un momento especial. Agradezco que mis padres hayan insistido.

La mayoría de los invitados no lo sabe, pero están dándome un hermoso regalo, y no me refiero a los presentes.

La tarde continúa con risas, baile y brindis en mi honor.

—Terminando de aquí nos vamos a otro lado —me susurra Cecilia en la primera oportunidad que tiene, justo cuando su esposo se va a charlar con otros caballeros.

—¿A dónde? —la cuestiono. A decir verdad, planeaba irme a descansar.

—A otro festejo. ¿Creíste que no te iba a consentir?

La amplia sonrisa de Cecilia me frena a decirle que no me apetece.

—¿Festejo doble? —Finjo alegría.

Mi amiga se inclina hacia mí.

—Y va a estar mucho más vivo que esto —lo dice un tanto hastiada.

En realidad, yo sí lo disfruto. Crecí en un ambiente así y aprendí a gozarlo.

Cuando dan las ocho de la noche, Ceci les avisa a mis padres que "unos amigos" y ella me esperan, y va a "robarme".

Detrás de las Puertas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora