La música retumba en el patio. De nuevo estoy en esta fiesta refinada en un penthouse donde sirven cócteles y aperitivos antes de irte a coger con quien más te guste.
No fue fácil convencer a Yovana ni a su esposo para que me permitieran entrar como "unicornio" a su magno evento. Tuve que mostrarles mi demanda de divorcio e inventarles que el motivo de la separación fue porque ya no nos entendíamos. Tampoco fue rápido lograr que Jerry accediera a dejarme entrar sola. Me vi en la necesidad de decirle la verdad. Jamás voy a olvidar la cara que puso, aunque trató de disimular la impresión. Ahora está afuera, esperando a que termine "mis asuntos". Me arrepiento de no haberlo invitado como mi acompañante. Tal vez después...
Me muevo entre la gente con una sonrisa cuidadosamente ensayada. Elegí un vestido azul marino bien entallado, en especial cuidé que el escote en "v" fuera pronunciado, y me recogí el cabello. Aunque siga corto me las arreglé con una extensión de cabello para hacer un chongo con trenzas. Adoro el color del vestido porque contrasta con la luz dorada que inunda el salón principal.
Durante mi estancia, uno que otro me coquetea, pero mi mente está centrada en una sola persona: Mabel.
Sergio asegura que vendrá, incluso sabe que pagó la entrada; ¡una entrada doble! Así que lo más seguro es que sus prácticas siguen.
Voy a tener que toparme con Benjamín. Ni teniendo a quien disque ama, ese bastardo deja las andadas.
Tuve que esperar dos meses para llegar aquí.
Benjamín ya está notificado sobre el divorcio.
El abogado dice que no pasará tanto para que me convierta en una mujer libre. Después de eso viene lo complicado: defender lo que es mío.
Esos dos cínicos ya tienen su nidito de amor. Alisha visita a mi hija cada dos o tres días para asegurarse de que está bien.
Victoria se niega a verme. Aunque me duele en el alma, lo acepto. Por lo menos a Valentina ya le escribe.
Mi hermana me contó que Benjamín renta una propiedad en Jardines del Pedregal y que ya vio que hay pertenencias de mujer rondando el lugar. Entre esas cosas, dio de casualidad con algo interesante...
Lo que sé sobre Benjamín es que se encuentra sin trabajo. Al menos eso sí hizo bien el señor Ferrero.
Conforme pasa el tiempo pienso que Mabel no vendrá a la fiesta.
Yovana me aborda luego de un rato. Parece interesada en saber si ya tengo algún candidato para "pasarla rico".
No sé cómo lo logra, pero, a pesar de no tener un cuerpo estilizado ni ser una jovenzuela, luce sensual con el vestido transparente dorado que lleva puesto. Logro verle los pezones. Sus pechos son tan grandes...
Sacudo la cabeza. ¡Tengo que quitar la vista de allí!
—¿Sí sabes que tu casi ex vino también? —indaga Yovana, con ojos entrecerrados.
—No —respondo, aunque trago saliva después—. Ya no hablamos.
Yovana se me queda viendo fijo.
Experimento una sensación incómoda al ser inspeccionada.
Deseo tanto que me deje tranquila.
De pronto, Mabel, con su vestido rojo brillante y su risa estridente, entra al salón, y ya viene rodeada de admiradores.
¡Debí suponerlo! Ella sabe moverse en este mundo, lo conoce mejor que yo.
La observo en la distancia.
Mi paciencia se desvanece cada minuto. Yovana es insistente. Seguro sospecha que Benjamín y Mabel rompieron la regla de no enamorarse. Tampoco es que sea tan complicado de deducirlo.
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Detrás de las Puertas ©
RomanceMaya y Benjamín parecían tener el matrimonio ideal. Sin embargo, la ilusión se desmorona cuando Maya descubre por accidente la traición de su esposo. Decidida a dar un giro radical a su vida y con la ayuda del esposo de una de sus amigas, Maya se su...