CAPÍTULO 29

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CHIARA



El desierto de Abu Dabi nos recibe, las camionetas estacionan en línea y los cientos de hombres y mujeres que nos resguardan, esperan por nosotras cada uno en su posición con su respectiva jefa.

La primera en subir al auto, es Hanna, quien es seguida por un comboy de ex marines. Seguido de ella, continúa Alice y con Olivia, con su pequeño ejército de mujeres y los hombres que le guardan lealtad por todo lo que ha hecho por este mundo. Roxanne y Katerina, Annette y Jia, son escoltadas por los rusos que se negaron a tener a la Yakuza como sus nuevos jefes, ellos que solo rinden honor al apellido Kozlova.

Tomo la mano de mi reina que ya ha aprendido a mantener su cabeza en alto siempre que será recibida por estos hombres a los que debe demostrarle que ella está por encima de todos y que habrán consecuencias si sus órdenes no son cumplidas.

—Sube —la hago subir a nuestra camioneta y me aseguro de que Annabelle, Emma y Elena, suban a la otra camioneta.

—La gente de Annabelle ya está en sus posiciones —me informa Viviana —será uno de los factores sorpresa para Yura.

—Por donde sea que quiera huir, porque lo intentará cuando se dé cuenta que es una trampa, no podrá hacerlo de ninguna manera.

—Está vez lo lograremos —toma mi mano y me da un beso.

—¿Como te sientes hoy? —le preguntó acariciando su rostro.

—Mucho mejor —me abraza juntando su frente con la mía. —¿puedo darle un beso a Roxanne?

—¿Qué? —me aparto de ella —No.

—Solo uno, cortito y ya no la molesto más —dice haciendo un puchero.

—Ni aunque hagas esa cara —le sujeto sus mejillas y muerdo su labio inferior —la respuesta sigue siendo no.

—Lo tomare como un si —dice con diversión.

—Viviana.

—Chiara.

—No empieces —ma aparto de ella.

—Así me gustas —dice acariciando mi brazo. —toda malhumorada, me recuerdas a Chiara adolescente.

—¿Si?, solo que Chiara adolescente no te haría lo mismo que te haré yo si continúas con tus juegos. —ella se ríe y estoy más que segura que solo acabo de darle un incentivo.

Llegamos a nuestro hotel y tomo su mano para bajar del auto. Veo que Alessandra está en la entrada esperando por mi amiga que no duda en correr a sus brazos en cuanto la ve.

—Mi muñequita está cada vez más hermosa —le dice abrazándola.

—No me vuelvas a dejar por tanto tiempo —Emma y Viviana ruedan los ojos. Yo sonrío al ver a mi tía así, feliz y con vida.

—Dame un abrazo —dice cuando Elena la suelta. —¿Estás bien?

—Lo estoy —digo dejando un beso en su mejilla.

—Bien, me alegra —dice acariciando mi mejilla con mucha ternura, así como lo hace mi madre.

—No la veas así que me haces dudar de estar con la tía de mi mejor amiga —dice Elena —la ves como si fuera tu hija.

—Es que lo es —sonríe.

—Lo soy, pero sé que son celos —la tomo por la cintura —¿Aún me amas?

—Siempre lo haré —me sujeta el trasero como cuando estábamos en el instituto —bésame, Chiara. —ella cierra sus ojos y estira sus labios hacia mi.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora