CAPÍTULO 26

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CHIARA

Despierto nuevamente en la madrugada con las manos temblorosas y un frío sudor que empapa mi cuerpo, me apresuro a llegar al baño con la nauseas que me entran en ese momento. Las suaves manos de Viviana me recogen el cabello y acaricia mi espalda hasta que logro sentirme mejor.

No me deja quedarme ahí sobre el sueño, me ayuda a ponerme de pie cada noche y nos hace tomar una ducha juntas.

—Estás bien, amor —me sonríe —fue solo una pesadilla.

La abrazo tratando de creer que realmente solo fue una pesadilla, pero mi mente lo sigue recordando, todo tan vivido, tan presente.

—Chiara, ¿quieres que llame a Savannah? —pregunta —se quedó por si te sentías mal otra vez. —asiento y nos hace salir de la ducha.

Me pasa mi bata y se coloca la suya para salir de la habitación. Me quedo sentada sobre la cama, en un silencio total, como lo hacía en esa casa, pero de repente los pasos que se acerca me ponen alerta nuevamente y mi corazón da un salto cuando la puerta se abre y me levanto de la cama enseguida.

—Tesoro —mi madre se acerca y me envuelve en sus brazos —estás bien mi tesoro.

Nos hace sentar en la cama mientras me desahogo un poco con ella. Luego me lleva al baño y me ayuda a secar mi cabello.

—¿Como hiciste? —me atrevo a preguntar.

—¿El que, tesoro? —pregunta.

—Seguir adelante.

—Por qué cada día y cada noche me recordaba mi objetivo —me da una tierna sonrisa —mantener a mis a salvo, cada vez que alguien trataba de acercarse a ustedes, mi objetivo era protegerlas y una vez que salimos de ahí, pude respirar tranquila, porque no importaba lo que yo hubiera pasado si mis cuatro niñas estaban intactas.

—Yo no conseguí la cura —mi labio interior tiembla y me limpio las lágrimas que salen —no hice nada más que ser su juguete.

—Mo digas eso Chiara, la cura no era tu único objetivo ¿o si? —niego.

—Era mantener a Yura lejos de ella, lejos de toda ustedes.

—Y lo hiciste, tesoro, nos hiciste creer que en verdad hacías esto por venganza, pero nos protegiste a todas, aunque tuviste que perder tu alma en el proceso, pero lo lograste mi niña.

Vuelve a abrazarme y me recuesta en la cama dándome un suave beso en la frente.

—¿La hablas a Vivi? —le pido y asiente.

Mientras espero a que ella regrese, recuerdo lo que me dijo Roxanne.

—Nada fue tu culpa, Chiara —me susurra —las idiotas fuimos nosotras que no supimos ver la verdad.

—Es lo que quería, Roxie, las quería lejos. Perdón —digo aferrándome a ella.

—Perdóname tú a mí, estabas sufriendo y me dejé cegar por lo que hablamos sobre tu venganza —ella no puede dejar de llorar tampoco —perdón, Chiara.

—No es tu culpa.

—Ya no estarás sola, pero quiero que me prometas que vas a levantarte, Chiara —me sujeta las mejillas entre sus manos —¿me prometes que seguirás siendo la misma fastidiosa de siempre?, por favor, Chiara, no quiero perderte —me abraza con mucha fuerza —sabes que vales mucho para nosotras.

La puerta se abre con cuidado, pero mi mente siempre reconoce sus pasos, me volteo hacia la puerta y la veo entrar aún con su cabello un poco húmedo. Estiro mi mano para que ir la tome y para que se acerque a mi.

HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora